10 Señales de que amas demasiado y te estás haciendo daño a ti misma

Es obvio que, si sientes que la relación de pareja te consume por dentro, que estás perdiendo sentido de vida y que te sientes infeliz pero no puedes renunciar a ella, estás en una relación tóxica donde tienes un concepto equivocado de la felicidad y el amor. Cuando das todo en nombre del amor,¡eso no es amor! ¿Quién te dijo que el amor verdadero consiste en borrarte a ti misma del mapa? El amor no es quitarte a ti misma, el amor no es quedarte con sensación de vacío, y sobre todo, el amor no es dar todo a cambio de nada. Así que, si te suena conocido, esta nota te puede interesar, pero sobre todo te puede ayudar muchísimo. Pon atención e intenta seguir los consejos que aquí te doy.

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Cuando no hay el más mínimo equilibrio en tu relación, sobre todo entre lo que das y lo que recibes, es posible que tengas muy lesionada tu autoestima. Cuando tu angustia por no perder a tu pareja te lleva a traicionarte a ti misma, es posible que tengas muy lesionado el amor propio y cuando te acostumbras a esto, es casi seguro que se te vuelva costumbre anular tus sentimientos.

La autovalía depende en gran medida de la sensación de que mereces recibir. Pueden existir muchas causas que te llevaron a concluir que la vida solo se trata de dar. Sin embargo, desde ya te digo que eso de entregar todo sin recibir nada es absurdo, porque merma tu ser y tu capacidad de sentirte entera. Siempre ponte atenta y no pierdas de vista las señales que te pueden indicar si tiene o no actitudes dignas de un patán.

Cada paso que das lo haces pensando en él y en lo que a él le gustaría, aun en contra de ti misma.

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Te haces preguntas como: ¿Qué pensará él si dig tal cosa? o ¿Qué pensará si hago tal cosa? ¿Estará de acuerdo? ¿Y si no le gusta? Y cuando dudas, prefieres consultar con él e incluso cambias tus planes con tal de agradarlo.

Consejo: Conserva tu identidad, es lo más valioso que tienes, no anules tus deseos.

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Tu identidad es tu ser y de tu esencia. Si te descubres como una plastilina que se ha dejado moldear y sientes que has perdido gustos, intereses y hasta la capacidad de disfrutar, recupera tu “yo” real.

Temes lastimarlo si dices “no”, eres un blanco fácil de chantajes emocionales.

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Si tu pareja suele victimizarse todo el tiempo con frases como: “me duele que te vayas, me siento muy solo cuando no estás a mi lado, me siento muy triste cuando me dices que no”, es seguro que busca tu compasión y tus ganas de protegerlo para que accedas a sus caprichos.

Consejo: Deshazte del sentimiento de culpa y entiende que es un adulto y que no es tu labor protegerlo.

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Tu pareja es perfectamente capaz de asumir cualquier emoción que sienta y es capaz de asimilarla porque es un adulto. No tienes que cobijarlo accediendo a todo y mucho menos debes sentirte responsable de que él se sienta feliz.

Lo quieres complacer en todo con tal de sentirlo pleno, sacrificas tus valores y te anulas.

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Esto ocurre cuando eres capaz de cancelar una cita de trabajo para obtener el ascenso que tanto anhelas porque dice que te necesita y te pide que no te vayas; o cuando eres capaz de romper con tus valores y acceder a hacer cosas que van en contra incluso de la ley con tal de ayudarlo.

Consejo: Deja de pensar que entregando todo de ti, él va a hacer lo mismo por ti.

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Uno de los motivos por los cuales das tanto, es porque crees que él haría lo mismo por ti. Pero en la mayoría de los casos, esto no sucede. La ley que rige el amor comienza por el amor propio, si tu pareja nota que no respetas tus propios límites, en consecuencia, él no te respetará a ti.

Lo justificas todo el tiempo, sueles engañarte a ti misma y exageras su lado positivo anulando todo lo negativo.

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Una cosa es que seas optimista y otra muy distinta es que piense cosas como: "Sí, yo sé que él se enoja con facilidad, pero es que yo tuve la culpa", o "Sí, yo sé que no debió engañarme, pero es que quizá yo ya no le ponía la misma atención".

Consejo: Date el permiso de verlo imperfecto, bájalo del pedestal y haz un ejercicio de realismo.

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No temas y atrévete a verlo como un ser humano con defectos y virtudes. Enfócate en los defectos que tiene para que puedas poner límites poco a poco. No te conformes y pide ayuda profesional para trabajar sobre tu autoestima.

Tu mundo, tu vida, tus actividades y tus pensamientos giran en torno a él y decides renunciar a todo.

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Ten cuidado, ya que este es el inicio de una relación codependiente. Cuando todo lo que rodea tu vida pierde importancia para ti y comienzas a centrarte sólo en la relación, estas acabando con tu sentido de vida. Tu vitalidad y tu energía motivacional no pueden depender de una relación.

Consejo: Suelta la idea de que vives para los otros y deja de sentirte egoísta si piensas en ti.

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Es posible que te sientas egoísta cuando quieres tener metas y sueños propios. De hecho, las relaciones saludables se basan en ello. No puedes estar fusionada con los deseos y necesidades de tu pareja porque eso solo te hará cada vez más infeliz.

Tomas la iniciativa para que pasen tiempo juntos y te adaptas a sus tiempos y condiciones.

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Cuando solo tú haces los esfuerzos de moverte para verlo aunque sea cinco minutos, cuando accedes a la cantidad de tiempo de convivencia que él decide y siempre te dice que está muy ocupado y además tienes un exceso de disposición, estarás reflejando tu sed de amor.

Consejo: Habla con él sobre lo que necesitas que aporte para nutrir la relación.

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Reconoce el derecho que tienes para pedir tiempo, para pedir atención, para pedir reciprocidad. No sientas que estas exigiendo algo que no te mereces. No te quites valor y reconoce que puedes expresar como te sientes.

Él siempre cree tener la razón y tú no le discutes para nada con tal de no pelear.

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Te daré la noticia de que una relación sin discusiones saludables es una relación que pierde vitalidad. Si tú piensas que la armonía en la relación depende de evitar discusiones, estás muy equivocada, eso solo te puede generar frustración e impotencia.

Consejo: Expresa tu punto de vista, puedes tener discusiones porque es la forma de llegar a acuerdos.

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Si temes que él renuncie a la relación y decides callar, acceder y no dar tu opinión ante una situación, estás haciendo una clara invitación a tu pareja a que decida por ti y opine por ti. Empodérate y comienza diciendo asertivamente: “Yo pienso que…” Y claro, todo con respeto mutuo.

Eres sumamente cariñosa y detallista, pero no recibes ni un “gracias” de vuelta.

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Estoy de acuerdo en que cada quien tiene sus formas de expresar amor y cariño. Si tu pareja no es detallista, quizá tenga otras formas de expresarlo, pero no caigas en el autoengaño porque si su actitud es prepotente y egoísta, ni siquiera te dará las gracias.

Consejo: Puedes seguir siendo detallista, pero pídele su participación para nutrir y alimentar la relación.

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El que la relación crezca y se nutra es responsabilidad de ambos. Así que tienen que llegar a un acuerdo imaginando que la relación es una plantita y que necesitan darle atención, cuidado y cariño. Si no es detallista, pregúntale cómo le gustaría alimentarla.

Sabes todo de él: sus gustos e intereses; pero él no sabe nada de ti porque no te pone atención.

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Es tal su desinterés por ti que ni siquiera conoce tu platillo o tu bebida favorita. No tiene presente tus intereses o lo que le has compartido sobre tus proyectos. Y contrario a ello, tú si tienes presente cada detalle de lo que te ha compartido.

Consejo: Necesitas centrarte también en cumplir metas personales.

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Proponle un proyecto en común, pero los demás deben pertenecerte sólo a ti para que no pierdas tu sentido de vida.

Tú eres quien siempre lo busca para resolver los problemas o los conflictos y terminas pidiendo perdón.

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El que asumas tu responsabilidad en un conflicto no te convierte en la culpable total todo el tiempo. Esto podría convertirse en un círculo vicioso y aunque en el fondo sabes que quizá lo que pasó no fue totalmente tu culpa, al final terminas pidiendo perdón y te dejas manipular.

Consejo: En vez de sólo enfocarte en pedir una disculpa, pídele propuestas de solución y tú aporta las tuyas.

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De nada sirve que le pidas disculpas todo el tiempo si el problema no se soluciona. Lo mejor es que le propongas una conversación en la que lleguen a un acuerdo. Plantea la pregunta: ¿Qué podemos hacer en una próxima ocasión para evitar que lo que no nos gusta vuelva a pasar?