La vida es impredecible y una montaña rusa de altas y bajas, pero aun cuando todo parezca muy difícil, siempre hay algo que te puede regalar un momento de paz, robar una sonrisa y hasta cambiarte el ánimo. Aquí están 10 mini placeres que pueden cambiarte el día.
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Lo primero que tienes que hacer es pensar en qué te hace sonreir. Quizá nunca has hecho el ejercicio de pensar en las cosas que te dan placer, más allá de lo obvio, pero solo estoy segura de que ya analizar eso te va a hacer sentir mejor.
No te sientas tonta, ni egoísta. El dicho que más me gusta de los estadounidenses es ese que dice en inglés Happy wife, happy life, es decir, si la esposa está feliz, la vida es feliz. También hay una variación para las que tenemos familia: If mom is happy, everybody is happy, si mamá es feliz todo el mundo estará feliz.
Ya te habrás dado cuenta de cómo justamente el día que estás más nerviosa o triste, todos en la casa parecen ponerse de acuerdo para hacerte la vida imposible. No es paranoia, pero tampoco ganas de molestar. Lo que pasa es que los niños están conectados emocionalmente con la madre y lo mismo pasa con las parejas. En pocas palabras: El estado de ánimo es contagioso.
Así que anímate, descubre cuales son tus mini placeres favoritos, en los que quizá no has reparado, y prepárate para consentirte. Aquí tienes 10 ideas para comenzar.
Píntate los labios de rojo.
Es imposible quedarse de mal humor cuando dedicas unos minutos a aplicarte el labial con cuidado. El rojo requiere más cuidado que uno claro para no salirte y te va a tocar concentrarte. Yo lo veo como una micro sesión de meditación, cuyo efecto dura porque seguro que te va a provocar sonreir cada vez que te veas al espejo.
Tómate una taza de tu bebida caliente favorita.
La mía es el café, pero mi mejor amiga ama el chai. Mi esposo disfruta mucho del té. Cada persona tiene su taza de placer. Esa que te hace sentir tan bien desde el primer trago, que te hace sentir mejor instantáneamente.
Eso sí, tómate un tiempito para disfrutarla. No sirve si la bebes apurada o sin darte cuenta.
Date un masaje en las manos o en los pies.
Usa una crema que te guste y dedícate un ratito a colocarla sobre la piel de las manos o los pies, o los dos, o los cuatro, mejor dicho. Si tiene un olor que te relaje será mejor. Aplica toda la presión que puedas y si tienes un ratito más sigue por los brazos o las piernas.
Dale una llamada a la amiga o amigo más divertido que tengas.
Ni se te ocurra conversar con la más seria, o la más dramática aunque te dé los mejores consejos. Menos a la que sabe todo lo que te está pasando. Lo mejor es darte un break mental. Habla de todo, menos de lo que te agobia. Vas a ver que esa vacacioncita de tu vida te va a cambiar el día.
Sal a darle la vuelta a la manzana.
Presta atención a lo que te rodea. Los árboles, las flores, los autos, hasta las ranuras en las aceras. Está presente en el momento. Los problemas van a estar allí cuando regreses, pero probablemente tú los veas de otra manera.
Pon tu canción favorita y baila.
Yo tengo una playlist para esos momentos en los que me gustaría bajarme del mundo. Incluye himnos a la esperanza y uno que otro tema bien movidito.
Envuélvete de tu aroma favorito.
Para mí es la lavanda. Tengo un difusor de aceites esenciales y lo enciendo cuando estoy que me tiro de los cabellos o tengo ganas de salir corriendo. Hay gente que adora el limón, o el pino. A mi mamá le gusta el aroma de las rosas.
Lo importante es que cierres los ojos por un instante y te dejes abrazar por la sensación de bienestar. Yo me transporto a uno de esos campos lavanda y se van los malos momentos. Si no puedo cerrar los ojos, me pongo una crema con ese olor y ayuda mucho.
Cómete un chocolate.
¡Qué sería de nuestras vidas si los aztecas no hubiesen descubierto ese manjar! Estoy segura de que nada más de imaginarte uno de esos cuadritos marrones derritiéndose en tu boca ya estás mejor.
Regálate flores.
Las de la foto son lindas, pero hasta una simple margarita o una rosa solitaria te harán sentir especial.
Abraza a un ser amado.
Mi hijo chiquito da los mejores abrazos, y como todavía huele a niño pequeño me da una paz infinita. En un día complicado, me tomo varios minutos para ponerlo en mis piernas y le doy un abrazo de oso gigante. Es mágico. Un perrito y hasta tu mejor amiga pueden tener un efecto parecido. ¡Pruébalo!