Todo lo que tenga que ver con la cama es importantísimo. Y cómo no habría de serlo si en la intimidad se da todo. No importa si estás en una relación casual o seria porque la pasión, la entrega, la apertura, la comunicación, las reconciliaciones, los reencuentros y las fantasías jamás pueden faltar. Saber si eres buena o mala en la cama es indispensable para lograrlo así que no le dejes todo el trabajo del placer a tu pareja.
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Cosas sencillas como tus gestos, tu apariencia y la falta de imaginación, podrían desaprobarte en la cama. Para que el momento íntimo florezca, nunca está de más que te arriesgues a tratar cosas nuevas. Si lo haces, debes preparar tu mente para que sea un éxito.
¡Atrévete a ser libre, a ser tú! No pienses en tu cuerpo, ni en los rollitos o las espinillas de tu rostro y, mucho menos lo comentes durante el acto. Solo piensa en disfrutar y ser genuina en todo momento. Te invito a revisar si entras dentro de esta lista y ¡ponte las pilas para disfrutar y ser una maestra en la cama!
Te olvidas por completo de ser también un atractivo visual para él.
Si lo que quieres es ser totalmente seductora, te aseguro que el pijama viejo o la ropa interior inapropiada o la cara de cansancio o el cabello despeinado, jamás van a provocar el mismo deseo que podrías provocarle si usas ropa que a él lo excite. ¡Pon de tu parte!
Tu actitud es totalmente pasiva y tus movimientos son muy aburridos y rutinarios.
No por nada se dice que quien se acopla con su pareja en el baile, también se acoplara en la cama. Y es que el sexo requiere de una cadencia, de un ritmo y de un movimiento de mutuo involucramiento que hagan del encuentro algo excitante. No esperes que él haga todo.
Comienzas a quejarte de tu cuerpo en pleno momento de acción y evitas que te vea desnuda totalmente.
Si te desconectas porque sientes vergüenza de lo que sientes como tus defectos corporales, estarás mucho más preocupada por dejar de gustarle y perderás el hilo de la pasión. La sensualidad se refleja y con tus inseguridades o complejos será imposible que lo hagas.
Te da muchísimo miedo o desagrado experimentar cosas nuevas y tus gestos no lo disimulan.
Es fatal que tu pareja vea tu cara de asco cuando desapruebas algo. Eso rompe el encanto del momento. Es necesario que te comuniques sin juzgar. Es respetable que algunas cosas no te agraden pero puedes ser mucho más sutil para comunicar un no o incluso intentarlo a tu manera.
La pasión te hace perder el control y de un momento candente lo conviertes en lucha grecorromana.
Entiendo que la llama se encienda pero irte al extremo de la fuerza y en ocasiones hasta de la violencia cuando tu pareja no lo espera, es algo que puede deshacer el momento ardiente. Ten cuidado con los dientes en el sexo oral y con los apretones excesivos.
Te quedas muda, no haces ruido y además no quieres decir lo que te gusta por considerarlo un tabú.
La pasividad no solo se refleja en los movimientos sino también en la falta de iniciativa e indiferencia para ayudarle a encontrar el punto que te produce placer. Recuerda que tu pareja no adivinará lo que ni con gemidos le comunicas.
Las cosquillas del momento te llevan a risas incongruentes que pueden sonar a burla.
Los nervios o la sensibilidad del momento, pueden desviar el camino que debería ir dirigido a la pasión y puedes reír sin parar. Esto te desconecta y puede desconectar a tu pareja también, además puede pensar que te estás burlando.
Todo lo quieres planear y no te dejas llevar ni por la aventura ni por la adrenalina.
A veces hay momentos que pueden aprovechar para tener un encuentro pasional y no necesariamente está planeado. Si él te propone que lo hagan en un estacionamiento donde no hay nadie, quizá puedas tomar el riesgo.
Finges los orgasmos para no hacerlo sentir mal, pero tu actuación no es muy creíble.
Es mejor que platiques con tu pareja sobre los aspectos que podrían darle placer a ambos. Comunícale qué te hace falta y toma iniciativas que los ayuden a ambos a sentirse suficientemente conectados.