Las abuelas huelen a infancia y sus abrazos se sienten como hogar. Al menos, es lo que nos pasa a las que hemos tenido la suerte de tener abuelas que nos han amado incondicionalmente y con complicidad. Porque aunque tengamos una madre magnifica, hay cosas que solo puede hacer una abuela por nosotras.
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Cocinar con la sazón de nuestra niñez.
Sepan o no sepan cocinar bien, las abuelas dedicadas tienen esa receta mágica que nos lleva a los momentos más felices.
La complicidad incondicional de las abuelas es legendaria.
La mamá de mi mejor amiga dice que ser abuela es mejor que ser madre, pues se puede ser compañera de aventuras de los nietos, sin tener que regañarlos tanto.
Recordarnos de que la edad es apenas un número.
Las abuelas latinas no se dejan amedrentar por nada. Son ejemplo de que siempre se puede seguir aprendiendo.
Aprender más y más de nuestra cultura latina.
Las abuelas traen con ellas sabiduría, no solo de la vida, sino de nuestra cultura y costumbres. Son las mejores ayudantes para mantener lo mejor de ser latino, mientras incorporas lo mejor de estar en este país.
Las abuelas mantienen el español vivo.
Basta pasar un rato en casa de la abuela, para que los niños salgan hablando en español.
Darnos amor incondicional y sin reproches.
Las mamás sienten que nos tienen que educar, aunque seamos ya mayores, pero las abuelas solo nos tienen que disfrutar y ese amor incondicional vale oro.
Acompañarnos a reírnos de nosotras mismas.
Mi abuela era una guerrera con un sentido del humor extraordinario. En muchas cosas era más de avanzada que yo, y muchísimo más que mi mamá. Con ella viví las primeras sesiones de risas intensas, de esas que te hacen llorar. Solo mi abuela me pudo enseñar desde chiquita a reirme de mí misma.
