Las abuelas son un caso porque muchas veces nos conocen más que nosotras mismas y nos dan consejos increíbles, pero otras siguen aferradas a mitos de salud y comportamiento que ya no se aplican ni en sus países de origen. Aquí tienes unos de los más graciosos que seguro que te recuerdan a tu abuela.
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"Las mujeres decentes no salen a la calle con el cabello mojado".
A mi abuela le horrorizaba que saliera con el pelo húmedo y me decía desde indecente hasta que me iba a dar una pulmonía. Eso que estábamos en un clima tropical. No comencé a hacerle caso hasta que empecé a vivir en invierno y entendí lo de la pulmonía.
La sopa de pollo todo lo cura, aseguran muchas.
La de mi abuela, mis primos y yo aseguramos que levanta muertos. Pero ya se ha demostrado científicamente que es un mito, así que cuando oigo a mi mamá diciéndoselo a mis hijos me muero de la risa y no los obligo a comérsela.
El iPod es un tocadiscos.
Hay abuelas que se han adaptado a la tecnología de forma fenomenal, pero les cuestan las pronunciaciones en inglés. Después de miles de correcciones, conozco a muchas abuelas que han decidido usar los nombres de toda la vida, para los nuevos aparatos que se han apoderado de nuestras vidas.
Te vas a enfermar con el aire acondicionado.
Ni en los meses o hasta años de los sofocos de la menopausia, la mayoría de las abuelas latinas son fans del aire acondicionado. Yo estoy convencida de que es por ahorrar, pero conozco a muchas que están convencidas de que enferma.
También enferma caminar de noche, en especial cuando hay brisa.
En mi país le llaman "el sereno", no sé si es igual en el tuyo, pero se refiere al cambio del ambiente entre el día y la noche. A menos que sea una de esas noches opresivas de verano, al oscurecer baja la temperatura y cambia la humedad en el aire. Muchas abuelas están convencidas de que ese aire enferma, o empeora a los que ya están enfermos.
Los amuletos ayudan y mucho.
Hasta las abuelitas más religiosas creen en ciertas supersticiones y los amuletos como la semilla de huayruro o peonía y los azabaches son una herramienta contra la envídia y "el mal de ojo". Yo confieso que tengo los míos que me dio mi abuela siempre conmigo, por aquello de que "de que vuelan, vuelan".