Por muchos años, la dieta del dinero se me hacía más difícil que la de la comida y no conseguía tener ahorros para una emergencia. Sin embargo, un asesor financiero me dio unos trucos que me han permitido dormir tranquila, pues sé que si me quedo sin ingresos mi familia va a estar bien. Aquí te los paso.
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Pon en marcha el descuento automático en tu banco.
Si el dinero no llega a tus manos, te será mucho más fácil dejarlo donde está. Mi banco saca cada quincena una cantidad que he designado y la pasa a mi cuenta de ahorros. Ni me tengo que preocupar por hacer nada.
Haz un presupuesto realista para que no te des por vencida a mitad del camino.
Cuando comenzamos con las buenas intenciones es normal ponernos unas metas exageradas e idealistas. Es mejor comenzar de a poquito. Estudia lo que ganas y en qué te lo gastas. Así vas a descubrir cómo reducir tus gastos e incrementar tus ahorros.
Ponte una meta fija ya que ahorrar por ahorrar es una meta difusa.
Lo mejor es que una vez que determines cuánto puedes ahorrar de manera realista, designes una cantidad específica.
Date pequeños gustos para que no te desesperes.
Es el mismo concepto de las cheat meals que promueven los gurús de las dietas para adelgazar.
Cuida tu crédito o terminarás gastando más dinero.
Las personas con mal crédito terminan gastando más dinero, pues los intereses son mayores y a consecuencia los pagos mensuales.
Participa en un plan de retiro que son una forma de ahorro a largo plazo.
Te convienen porque puedes meter el dinero allí, pero antes de que te cobren impuestos. Además, muchos empleadores aportan una parte similar a la que tu pones.
Aplica la regla del 20 por ciento y lo que ahorres, guárdalo.
Cada vez que compro algo, intento ver cómo puedo hacer para pagar un 20% menos, ya sea buscando un producto más barato, usar cupones o hasta regatear. Esa diferencia la ahorro. Es un sistema que además me da muchas satisfacciones como compradora experta.