Es un hecho comprobado que cada vez existen más divorcios y aunque hay múltiples causas que han revolucionado el concepto de "juntos hasta la muerte", la realidad es que la fragilidad es mucho mayor que antes. La probabilidad de que una pareja fracase en su matrimonio es mayúscula, y todo debido a estas razones.
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Se casan pensando en la posibilidad de un divorcio considerando la opción de la separación como única solución.
Todos tenemos derecho a decir “hasta aquí, ya no más”, solo que el hecho de generar una idea de “Total, sino funciona me separo” , da pie a una actitud defensiva y nubla el panorama ante otras alternativas de solución.
La liberación femenina y la independencia económica que rompe los esquemas del proveedor de la familia.
El papel de la mujer ha cambiado muchísimo en el terreno familiar y laboral. Ahora su seguridad para tomar decisiones drásticas está basada en la autosuficiencia. Esto hace que la mujer no tenga barreras para definir su camino "con o sin" un hombre a su lado.
Por la dependencia emocional que convierte al matrimonio en una tortura de apegos que terminan en fractura.
En la etapa del noviazgo TODAS podemos distinguir claramente si la relación va a funcionar o no, el punto está en que la dependencia puede cegarte ante estas evidencias y decides dar el siguiente paso sin que el terreno esté preparado y directo a una segura ruptura.
Porque el miedo a que no funcione hace que veas el vaso medio vacío en lugar de verlo medio lleno.
Es un momento donde la duda traiciona a tal nivel que aprendemos a ver lo peor de la relación y no vemos las cosas valiosas que aporta. El lado oscuro pesa mucho más que las satisfacciones que se van sintiendo y logrando con el paso del tiempo.
Porque las infidelidades salen a la luz con mayor facilidad y la desconfianza impera en la relación.
En estos tiempos donde la tecnología revela todo lo que antes era más fácil de ocultar, las relaciones no escapan y gracias a los teléfonos móviles y a las redes sociales, es mucho más evidente cuando una tercera persona está en medio de la relación.
Porque en los tiempos modernos la necesidad de nuevas experiencias rompen el sentido de compromiso.
La variedad de estímulos de los que estamos rodeados genera una inquietud para explorar otros campos y vivir situaciones más intensas. El aburrimiento gana y la búsqueda hacia nuevas relaciones evita que muchas parejas lleguen a la recta final.
Porque la vida sexual no es plena y la opción de la resignación no es alternativa en estos tiempos.
La química sexual en una pareja es el alimento que le da vida a la relación y es un equivalente de vitalidad y fuerza para vivir feliz en otras áreas de la vida. En ausencia de esa vitalidad surge la apatía y en presencia de la apatía, la amargura.
La convivencia y la comunicación disminuyen por efecto de la vida agitada y acelerada.
Parece que las horas se han convertido en minutos y además las múltiples actividades del día terminan agotando el cuerpo y la mente aniquilando las ganas de tener una buena conversación cuando lo único que quieres es poner la cabeza en la almohada.
Porque se toman decisiones precipitadas para salir huyendo del esfuerzo que requiere mantener firme la relación.
Las relaciones también han recibido el impacto de la ley del menor esfuerzo y al primer conflicto viene la desesperación y la angustia. Esto impide que resuelvas con paciencia y no le das tiempo al tiempo.