Hoy que estamos por cerrar un ciclo aprendimos a concebir la felicidad de formas distintas a las acostumbradas. Muchas de nosotras descubrimos que la felicidad no sólo es estar todo el día con una sonrisa de oreja a oreja o tener todos los lujos y comodidades del mundo. Hoy descubrimos que la felicidad es conexión, es disfrutar, es vivir, es respirar y aprender de los momentos difíciles. La felicidad no tiene que ver con estar alegres todo el tiempo, podemos ser felices aprendiendo de la tristeza y de la alegría, aprendiendo del vacío y de la plenitud o de las pérdidas y las ganancias. Ser feliz implica ejercitar la felicidad y no esperar que llegue sola y saber que la felicidad no es sinónimo de zona de confort. Es por ello que acá te mostramos algunas formas de lograrlo cada día.
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Las situaciones y complicaciones del día pueden llegar cuando menos te lo esperas. Pero, ¿sabes qué hará la diferencia? Comenzar la mañana con un estado mental positivo y enfocado en tus objetivos. Lo que aparezca en el camino podrás manejarlo efectivamente porque la misma felicidad interior es la gasolina que te motivará a continuar con entusiasmo.
Los expertos dicen que desayunar ayuda a mantener un buen estado de ánimo a lo largo del día y cómo no, si es la mejor muestra de amor propio que te puedes dar, cuidar de ti para ser feliz y así puedas reflejar esa felicidad en los demás. Mi mamá siempre me decía: "el desayuno es la comida más importante del día y ya verás cómo estarás de contenta". Y sí, después de desayunar hasta me ponía a cantar.
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