Sharon Evans tiene 28 años, está casada y tiene cuatro hijas de 8, 6, 5 y 2 años. El año pasado fue diagnosticada con leucemia aguda. El intenso tratamiento médico al que se ha sometido incluye un trasplante de médula y cuatro rondas de quimioterapia que han causado estragos en su cuerpo. Perdió el cabello. Está mucho más delgada. Ya los médicos le dijeron a ella y a Leigh, su esposo que intentaran disfrutar del tiempo que les queda juntos. Sharon y Leigh no sabían cuánta verdad debían decirle a sus hijas… pero lo que encontraron te sacará lágrimas como me las sacó a mí.
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Cuando te cuente la sorpresa que se llevó esta pareja, estarás de acuerdo en que somos del tamaño de las circunstancias y en que muchas veces nuestros hijos son más maduros de lo que podríamos imaginarnos. No sabiendo hasta qué punto decirle la verdad a las chiquitas, Sharon y Leigh no daban crédito a sus ojos cuando encontraron los dibujos de Libby, su hija de 6 años, en los que en colores brillantes describía lo que estaba pasando su mamá.
En uno de los dibujos de Libby se lee: "Mi mamá tiene leucemia y está enferma". En otro: "Mi mamá tiene la cabeza calva por las medicinas y por lo mala que es la leucemia". En otro relata: "Mi mamá tiene que usar una máscara azul para no agarrar catarros". Y en otro cuenta que: "La comida del hospital es mala".
Es increíble la candidez de Libby, pero me sorprende aún más su madurez y capacidad de entender lo que está viviendo su mamá y su familia. Según cuenta Sharon, un día la niña llegó molesta del colegio y decidió que iba a escribir un libro sobre la leucemia.
Al ver los dibujos de Libby, sus hermanitas Jodie, de 8 años, y Nancy de 5, decidieron hacer lo mismo. Ahora Sharon dice que le rompe el corazón de pensar que sus niñas, que deberían estar jugando sin preocupaciones, tengan que pasar por esto. Y al mismo tiempo dice sentirse muy orgullosa de pasar por esto.
Creo que aunque ningún debería pasar por la pena de ver a su mamá enfermar y morir, también se que la mayoría de las veces no podemos tener a nuestros hijos aislados. Y a veces la vida de pone pruebas duras, difíciles de pasar, y las hijas de Sharon se están enfrentando a una dolorosa situación familiar de la que no pueden escapar con una madurez asombrosa.
Cuando una de mis mejores amigas aquí en Miami, quien es como una tía para mis hijos, fue diagnosticada con cáncer hace año y medio, mi primera reacción fue no decirle nada a mis niños. Pero un día mi hijo mayor, quien por entonces acababa de cumplir 12 años, me encontró llorando y tuve que decirle la verdad. Su reacción fue maravillosa.
Me dijo que quería raparse la cabeza en solidaridad y se gastó buena parte de sus ahorros comprando medias de basquetbolista rosadas para contribuir a la lucha contra el cáncer de mama (aunque el cáncer de mi amiga no era en los senos).
Hoy gracias a Dios y a la ciencia médica mi amiga está curada. Y gracias a su enfermedad mis hijos me dieron una lección de madurez, de solidaridad y sobre me hicieron comprender que a pesar de ser niños se preocupan por los demás y están dispuestos a hacer sacrificios si con ellos pueden ayudar y expresar afecto.
Ojalá y ocurriera un milagro y Sharon pueda ver a sus hijas crecer. Pero si no es así, que se vaya con la tranquilidad de que tiene unas hijas maravillosas, a las que la vida las llevó a madurar antes de tiempo.
Imágenes vía iStock, Daily Mail