Esta historia me hizo llorar a más no poder. Bonnie, una mujer de California tenía siete años que no salía de su casa en Los Ángeles. No se había movido ni siquiera de su cama en casi una década y pudo sobrellevar la existencia gracias a los cuidados constantes de su hija Jamesha, de 24 años.
El encierro perenne había sido como una prisión para ella, pues su excesivo sobrepeso le imposibilitaba hacer prácticamente todo incluyendo caminar. Y es que 600 libras se dicen fácil, pero hay que ver lo que es llevarlas encima ¡qué complicado!
Afortunadamente el poder de la amistad la salvó y tienes que ver el momento en que volvió a ver la luz del día bajo el cielo abierto, con un grupo de apoyo que derramó lágrimas de emoción mientras la vitoreaban. ¡Fue realmente hermoso!
¿A dónde fue esa primera salida?
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Nada menos que al hospital, gracias a que su amiga Iyanla Vanzant coordinó con el personal médico para que la evaluaran y luego la sometieran a terapia para poder caminar. Ella viajó personalmente a Los Ángeles para acompañarla el 28 de marzo, cuando la fueron a buscar en una ambulancia.
Fue un gran acontecimiento en el garaje de su casa. Imagínense que hasta estrenó un vestido y con mucho miedo, dio el paso definitivo de dejar a un lado el cautiverio en el que involuntariamente se encontraba. "¡Aire fresco!" fue lo primero que expresó, profundamente conmovida y realmente la ocasión lo ameritaba. Si yo no puedo estar más de dos días encerrada en mi casa, imagínense siete años sin salir.
Bonnie tenía una audiencia conformada por sus familiares, amigos y vecinos, quienes no podían dejar de impartirle ánimos, tras la importantísima decisión que tomó de volver a la vida activa. Portaban globos y consignas para la valiente mujer, quien quiso darse una nueva oportunidad.
Así estaría que Lyanla le tuvo que pedir que abriera los ojos, mientras la pobre se disculpaba con los presentes. "¡Lo siento mucho!" exclamaba Bonnie, mientras su amiga le imploraba que en vez de lamentarse les agradeciera por estar allí.
Lo más hermoso fue cuando miró a su hija, quien se encontraba a su lado con su nietecito. Cargó al bebito y le dijo, mientras lo abrazaba con fuerza: "Te prometí que te iba a sacar de la casa" y más de uno al mirar esta escena se secaba las lágrimas.
Fue entonces cuando se subió a la ambulancia, en medio de aplausos y emociones compartidas. Entró al hospital donde pesaba tanto que no podían subirla a la báscula (le calcularon 650 libras) pero eso no fue impedimento para que comenzara terapia física y una dieta estricta, que le devuelvan la posibilidad de tener la calidad de vida que merece.
¡Qué gran ejemplo de voluntad y entrega nos mostró a todas, en un caso tan inspirador como el suyo!
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