Siempre he creído que el calor de la madre tiene unos efectos extraordinarios para un bebé. Pero lo que le ha ocurrido a Kate y su esposo David Ogg, es algo en verdad más allá de lo creíble. La historia ocurrió en Sidney, Australia, según informó la cadena NBC News. Ella estaba embarazada de gemelos y entró en trabajo de parto con demasiada antelación, a las 27 semanas. Ella tuvo a dos bebés prematuros, hembra y varón, pero apenas nacieron, los doctores le dijeron que el niño había nacido muerto.
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Las enfermeras colocaron el cadáver del bebé en el pecho de Kate, para que la pareja pudiera despedirse de él, pero ella lo dejó sobre su pecho, durante dos horas, una costumbre muy arraigada en Australia, para fomentar el vinculo madre-hijo, llamado 'cuidado de canguro'.
Kate se sorprendió gratamente cuando el pequeño Jamie comenzó a moverse, y a dar signos de respiración. En ese momento le dijeron que probablemente eran movimientos 'reflejos' pero que no significaban una señal de vida. Increíblemente, los galenos estaban equivocados, aquel muchachito estaba en verdad luchando por sobrevivir aferrado desesperadamente al pecho y al calor de su madre. Y ocurrió el milagro. El niño sobrevivió contra todo pronostico.
"Nos sentimos muy afortunados," expresó David. "Somos la gente más afortunada en el mundo." Ahora, los gemelos tienen 4 años y hasta el día de hoy los doctores dicen que la supervivencia del niño no tiene otra explicación, sino que fue un milagro.
Los meses después de los gemelos nacieron, Kate estuvo sorprendida de descubrir que ella se hizo embarazada naturalmente después de hacer in vitro la fertilización para sus gemelos.
Posteriormente, ellos tuvieron a su tercer hijo, y como siempre, apenas nació, ella lo sostuvo en su pecho, durante horas como toda una "mamá canguro". Kate y David ahora están felices con sus gemelos. Y cuentan que cuando Jamie les pregunta quien es mayor entre él y su hermana Emily, ellos le contestan: "Técnicamente tú eres dos minutos mayor, pero Emily ha estado viva más tiempo".
Qué historia tan conmovedora y lo que más me gusta es que nos recuerda los efectos terapéuticos que tiene el contacto físico madre-bebé, que nunca debemos perder de vista, especialmente cuando ellos están enfermitos, pues los ayuda a sanar más rápido. Creo que cuando la ciencia se queda sin respuestas, allí está la mano de Dios.
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