Cuando ví las fotos de Lauryn Lax, quedé impactada, estaba en los huesos esta chica. Desde que tenía 10 años, ella comenzó a obsesionarse con su peso, quería ser tan delgada como cualquier modelo de revista. Y comenzó a ejercitarse entre 6 y 7 horas diarias en el gimnasio, y a comer "literalmente" como un pajarito, una pequeña porción de vegetales, y un trozo de pavo congelado. Ejercitarse hasta sentirse "muerta del cansancio" y aguantar hambre más allá de lo aceptable la condujeron al borde de la muerte. Un día miró que la balanza del gimnasio marcaba solamente 79 libras, y sintió un que un corrientazo helado le recorrió el cuerpo del miedo.
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En la calle desconocidos le gritaban cosas como "Oye, ve a comerte una hamburguesa con queso", y cosas así. Pero ella, no le prestaba mayor atención.
Johnny Phipps, un compañero de gimnasio dijo en entrevista para el programa de tele, "Good Morning America", "Nosotros vimos a una chica que estaba a punto de morir". Y fue él quien junto con otros compañeros, ocho en total, decidieron tomar acciones para ayudar a Lax, a enfrentar el problema que estaba atravesando. Que no era otra cosa, sino un "desorden alimenticio", uno de los padecimientos más comunes en los tiempos que corren.
Se estima que los trastornos alimenticios afectan en todo el mundo a siete de cada de cada 1,000 mujeres y a uno de cada 1,000 hombres. El miedo a ser gordos, ha incrementado los índices de anorexia, siendo los adolescentes los más afectados.
Phipps y los demás estaban tan preocupados por la salud de Lax, que un día la rodearon en el estacionamiento del gimnasio y le dijeron que necesitaban llevarla al médico inmediatamente. Al principio ella se resistió, pero afortunadamente acepto ir.
Cuando en el hospital le hicieron todos los chequeos, los médicos le diagnosticaron un desorden alimenticio.
Los especialistas le recomendaron entrar un programa de seis semanas para recuperar su peso normal. Así que Lauryn tuvo que dar un cambio radical a sus hábitos, para poner su vida en orden nuevamente.
Su padre la llevó a un centro de salud en Miami, donde ella pudo recuperar su peso. Y especialmente, la ayudaron a cambiar su paradigma mental sobre su aspecto físico.
"Fueron ocho ángeles, los que me salvaron la vida", dice Lax, refiriéndose a la intervención de sus amigos. La hospitalización ocurrió en 2011, ella cuenta que recuperarse de los trastornos alimenticios le tomó cerca de un año. Ojalá esta historia sirva de inspiración a otras chicas, porque en la vida es muy importante el balance. Es bueno alimentarse saludable y ejercitarse, pero todo llevado al extremo es perjudicial.
Imagen vía Lauren Lax