Operación MILAGROSA le devuelve a un niño su anhelada sonrisa

Dawson Barnett es el comediante de la clase, un extraño rol que le toca asumir si tomamos en cuenta que desde que nació no puede sonreir. ¿El motivo? Una rara enfermedad llamada en inglés síndrome de "Moebius", la cual consiste en un desorden neurológico que paraliza los músculos encargados de controlar la expresión facial.

De acuerdo a ABC News, fue gracias a una cirugía que desvió el nervio y tomó prestado el músculo de su ubicación original, que el afortunado chico de 6 años pudo conseguir una sonrisa adecuada. ¿Y a quién no le gusta sonreir?

No tienes idea de cómo le cambió la vida contar con la ayuda de la medicina para poder llevar una vida normal, como cualquier niño de su edad, y de los grandes sacrificios que este angelito tuvo que pasar. Deja que veas la foto de este tierno angelito…

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"Le encanta ser el payaso de su clase", afirmó la mamá de Dawson, Sara Barnett, "y ahora tiene la expresión para poder hacerlo". ¡Bendito sea Dios!

El procedimiento no fue nada sencillo. Durante dos operaciones de diez horas cada una, los cirujanos plásticos del Hospital de San Louis hicieron un transplante de los músculos  de las piernas del chico a sus mejillas, atando sus sienes hasta las orillas de su boca. Luego redireccionaron un nervio normalmente utilizado para masticar y le suministraron un suplidor de sangre nueva, de acuerdo al doctor Alison Snyder-Warwick.

"Obviamente para los pacientes y sus familiares esto puede ser una montaña rusa emocional" dijo el especialista, explicando que los músculos y nervios implantados pueden tomar hasta seis meses en comenzar a funcionar. "No es una transformación inmediata, pero cuando -los pacientes- logran ver una sonrisa en su rostro, no se imaginan lo satisfactorio que puede llegar a ser" explicó.

Dawson tuvo su primera sonrisa justo seis meses después de la segunda operación ocurrida en Agosto, justo a tiempo para la foto de la escuela.  A diferencia de sus compañeros de clase, tenía que pensar en sonreír y hacer un esfuerzo para elevar los extremos de sus labios.

"Yo estaba muy feliz" dijo la señora Barnett. "Él se sanó de una manera hermosa y se mantuvo animado durante todo el proceso". Sin embargo, al niño le tomó tiempo aprender a controlar su risa, para lo cual su familia lo ayudó.

"Le preguntábamos ¿estás feliz? ¿y entonces que debes hacer?" hasta sacarle una tímida sonrisa. Además, el pequeño hizo terapia física para aprender a sonreir de manera espontánea.

Bravo por su gran voluntad y personalidad emprendedora, que le devolvieron las ganas de vivir. Ojalá que esas risas se multipliquen y el valiente Dawson se sienta feliz de ser quien es, y de compartir junto a los suyos.

Imágenes vía Thinkstock, Sara Barnett