Siempre me han parecido formidables las historias de estadounidenses que viajan a Latinoamerica para ayudar a nuestra gente. Por eso me interesé en la historia de la enfermera Erin Van Oordt y de Jenri Rivera, un niñito que conoció hace tres años cuando viajó a Guatemala. Resulta que el pequeño Jenri había nacido sordo y nadie sabía ni porqué ni cómo ayudarlo. Así que Van Oordt puso manos a la obra.
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Con la ayuda de una organización llamada Ray of Hope Medical Missions, Van Oordt logró traer al pequeño Jenri de Guatemala a Michigan en agosto donde gracias a más donaciones, pudo recibir un implante coclear valorizado en unos $40,000.
El lunes Jenri escuchó por primera vez en su vida. Su reacción es difícil de describir. Pero lo más emocionante de esta historia es cuando Jenri oyó la voz de su madre por primera vez, a través de Skype. El niño no pudo contener las lágrimas y, debo admitir, que yo tampoco.
El niño se quedará unos meses más en Estados Unidos en lo que aprende a adaptarse a su implante, a entender lo que escucha y a vivir de una manera totalmente distinta. ¡Qué maravilla!
Ojalá hubiesen más personas como Van Oordt en este mundo. Me imagino que debe ser algo realmente increíble el poder cambiarle la vida a una persona como lo logró hacer ella con Jenri.
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Imagen vía YouTube