Lo único que Reyna García quería era que su empleador le diera una carga de trabajo menos pesada mientras estaba esperando ya que su embarazo era de alto riesgo. Pero sus supervisores en el supermercado Albertsons no parecen haber creído que esto era necesario a pesar de que contaba con documentación médica. En noviembre del año pasado después de sentir fuertes dolores, pidió que le permitieran ir a su casa, pero no la dejaron. Horas más tarde, empezó su trabajo de parto aunque sólo tenía 20 semanas de embarazo. Dos días después perdió a su bebé.
Ahora García ha demandado a la cadena de supermercados por haber causado la muerte de su bebito y espero de todo corazón que gane.
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La verdad, no me explico ni por un minuto cómo es que unos jefes pueden ser tan desalmados con una mujer embarazada. No entiendo qué les costaba darle un trabajo menos pesado a García, quien había trabajado en Albertsons desde el 2007.
Soy la primera en decir que las mujeres embarazadas no están invalidas, pero lo que García estaba pidiendo era algo simple y entendible.
Muchos se preguntarán porqué no renunció a su trabajo, pero si alguna vez has estado embarazada, debes saber lo caro que pueden ser los nueve meses de gestación y el parto. García no quería perder su seguro médico y por eso aguantó el abuso. Sus empleadores actuaron de manera cruel y despiadada y aunque ganar el caso no traerá de vuelta a su hija, por lo menos espero que así aprendan su lección.
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