Siempre me han encantado las historias de jóvenes que a pesar de haber tenido una terrible niñez logran darle la vuelta a su vida y encuentran el éxito. Por eso es que la historia de Brayan, un joven de 17 años que solía ser pandillero y hoy es un estudiante ejemplar, me llamó tanto la atención. Brayan llegó de México al estado de Washington con su familia cuando tenía 10 años. A los 12 se escapó de su casa para unirse a la pandilla a la que pertenecía uno de sus primos.
Durante tres años el muchachito se metió de lleno a pandillero y se pasaba sus días drogándose y emborrachándose.
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"Vivía con un sentimiento de desesperación", Brayan le dijo al diario The Seattle Times, preocupado de que en cualquier momento "me van a meter a la cárcel o alguien va venir a matarme". No puedo ni imaginar lo que debe ser tener que preocuparse por eso a tan temprana edad.
Después de un problema que su primo tuvo con la pandilla, ambos lograron salirse del violento grupo que al final terminó dispersándose. Brayan regresó a su casa, pero como había pasado tanto tiempo viviendo la mala vida y rodeado de malas influencias, al principio, le fue muy mal. Finalmente, decidió inscribirse en una escuela alternativa para jóvenes que quieren comenzar de nuevo. Y eso fue su salvación.
Hoy, Brayan es un estudiante ejemplar con altas calificaciones y con planes de ir al community college y algún día poder trabajar con otros pandilleros que buscan rehacer su vida. Espero de todo corazón que logre su propósito, que siga saliendo adelante, pero más que nada que sirva de ejemplo para otros que también están desesperados y creen que no tienen salida.
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