María trabaja limpiando tres casas por día desde hace diez años. Y desde hace diez años manda la mayor parte de lo que gana a Ecuador, su país natal. Allí dejó a tres hijos al cuidado de su mamá y no sólo siente el peso de la responsabilidad de mantenerlos sino el de la culpa por haberlos "abandonado".
Sin embargo, después de tantos años de sacrificio, la situación de María como inmigrante en los Estados Unidos es bastante complicada: no tiene papeles, vive en una casa compartida con otras personas, y no tiene los medios para hacer nada más que trabajar, comer y dormir. El continuar enviando todos sus ingresos a su familia le genera un gran estrés.
No es fácil tomar la decisión de disminuir el monto que le mandas todos los meses a tus familiares pero la realidad es que llega un punto en que debes considerarlo por tu propia salud mental y física__.__ Lo que ocurre es que vives para trabajar y tener suficiente dinero para mandar a tu país. No te queda casi nada de efectivo extra para completar estudios de inglés o de otra ocupación que te pueda dar más dinero por lo tanto, siempre sigues ganando lo mismo. Además, cuanto más dinero mandas a tus familiares, más quieren porque se acostumbran a contar con tu aporte y no hacen tanto como podrían para poner su granito de arena.
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Uno de los hijos de María ya es grande y terminó la escuela secundaria pero se rehúsa a continuar sus estudios universitarios o a empezar a trabajar. Vive en la casa que construyeron gracias al sudor de la frente de su mamá y se pasa gran parte del día mirando televisión de alta definición (también comprada con el dinero que envió María) y metiéndose en problemas con pandillas. La abuela ya no sabe qué hacer con él.
¿Qué hacer si tu caso es similar?
- Evalúa con cuidado tu situación económica y pregúntate: ¿cuántos años más puedo seguir trabajando a este ritmo sin enfermarme? Si mejorara mi inglés, ¿qué oportunidades tendría de trabajar en un puesto mejor donde me paguen más y tenga más tiempo libre?
- Evalúa la situación económica real de tu familia en tu país de origen y pregúntate: ¿hace falta que siga enviándoles la misma cantidad o podría reducir un poco el monto y pedirles que compensen la diferencia con ingresos propios? ¿Al mandar dinero y garantizarles un ingreso mensual, ayudo a cubrir sus necesidades básicas o estoy contribuyendo a que vivan en un estándar de vida más alto de lo que deberían tener dada su realidad?
Si al analizar estas cuestiones descubres que en realidad estás enviando dinero para que tu familia pueda lucirse con los vecinos y disfrutar un estándar de vida que ni tú tienes en Estados Unidos, te sugiero reducir tu contribución. Lo más probable es que ellos no reciban las noticias con una sonrisa, pero si puedes explicar que las cosas aquí están duras, que tú tienes más gastos que de costumbre y que necesitas su colaboración, de a poco lograrás que se hagan a la idea.
A nadie le gusta tomar este tipo de medidas, y menos cuando se trata de tus hijos o de personas que te ayudaron a llegar aquí confiando en que tú les ayudarías una vez estuvieras de este lado. Pero con el paso del tiempo se hace necesario ajustar esos acuerdos no hablados para que ambas partes mejoren un poco su vida y que a ti te reditúe a nivel personal haber tomado el riesgo de dejar todo atrás para venir a probar suerte.
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