No falla nunca: cuando las mujeres reciben algún reconocimiento público casi siempre se lo dedican a su mamá o a la mujer que las crió, a menudo, su abuela. Este lazo profundo con nuestra progenitora es el primero que salta a la vista cuando alcanzamos alguna meta, o recibimos un premio que nos enorgullece.
Y como era de esperar, lo mismo ocurrió en la reciente gala organizada por la revista New York Moves que tuvo lugar en el lujoso hotel Setai Fifth Avenue en la cual la revista premió a una veintena de mujeres poderosas, entre ellas–y como única latina–a María Elena Salinas, la afamada periodista del noticiero Univision.
Una tras otra, las mujeres honradas recientemente en Manhattan hablaron de sus madres. Shaifali Puri, Directora Ejecutiva de la organización Scientists without Borders, dijo: "La semilla de una mujer poderosa es una niña empoderada. Tuve suerte de crecer con una mamá que no sólo vino a este país y estableció una práctica médica en un idioma que no era su lengua materna, sino que además cuando era niña todos los días me demostraba que cuando yo me paraba frente al espejo y practicaba mi discurso para cuando fuera presidenta o anfitriona de 60 Minutos, no estaba jugando sino, practicando".
Y nuestra querida María Elena Salinas reconoció que su madre –una modista que sólo llegó hasta el sexto grado de primaria y que así y todo crió a tres mujeres fuertes e independientes– fue su modelo. "Trabajaba largas horas y aún así a mis hermanas y a mí nunca nos faltó nada. Siempre creí que ser una madre trabajadora era muy fácil pero cuando me llegó el momento de hacerlo me di cuenta de que era el desafío más grande que uno puede enfrentar".
No todas tenemos la oportunidad de ser premiadas durante un glamoroso evento rodeadas de estrellas y de mujeres poderosas, pero todas podemos pasar un momento igualmente emotivo agradeciéndoles a nuestras madres en privado lo que han hecho por nosotras y convertirnos de paso en modelos para nuestras hijas.
Los finales de año nos ofrecen cada doce meses la oportunidad de evaluar lo vivido y empezar algo nuevo. ¿Por qué no terminar este agradeciéndole a tu mamá (o a su memoria si ya ha muerto) todo lo que ha hecho por ti a lo largo de tu vida aún cuando no estés parada sobre un podio? Es un rito que debería reemplazar al de esas resoluciones a veces absurdas que nos imponemos cada cierre de año.
Y por las dudas que la mía esté leyendo esto, empiezo yo. Gracias, Mami, por todos los sacrificios que hiciste en tu vida para verme feliz y por apoyar todas mis decisiones, aún aquellas en las que no estabas de acuerdo.
¡Ahora prueba tú!
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