
Durante un reciente seminario en línea que conduje sobre Ingreso Universitario Hecho Fácil para Latinos in College, la audiencia le preguntó a una de mis entrevistadas, Ivana Castellanos, joven graduada de la Universidad de Princeton, cómo se había sentido como latina en una de las instituciones más prestigiosas del país. "Fue raro," contestó ella, "porque como hay un grupo pequeño de latinos en mi universidad, en clase cuando yo daba una opinión, mis compañeros me escuchaban como si mi opinión representara la de todos los latinos".
Injusto como suena, con frecuencia así funcionan las cosas. Cuando eres miembro de un grupo minoritario, las acciones de un miembro –sobre todo cuando son negativas o controversiales—suelen ser percibidas como típicas de todo el grupo.
Desafortunadamente, dada nuestra posición minoritaria como mujeres en el ámbito de liderazgo profesional cargamos todo el tiempo con la responsabilidad de demostrar que tenemos la capacidad de ocupar cargos directivos de alto rango. En el momento en que alguna de nosotras no está a la altura del cargo o comete errores que tal vez se perdonarían en un hombre, lo pagamos todas con una renovada falta de confianza en nuestras habilidades.
Un ejemplo concreto es lo que está ocurriendo en mi país natal, Argentina. No es necesario tener una postura política a favor o en contra de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para ver que su comportamiento y sus acciones afectan la marca "mujer poderosa" para todas sus congéneres.
Basta mirar el vídeo de su conferencia en Harvard donde fue invitada a hablar en septiembre pasado y ver la manera en que insultó a los estudiantes que le hicieron preguntas con comentarios como: ¡"Qué bien anda el país! Cuánta gente del interior pudiendo estudiar en Harvard" (refiriéndose a un muchacho de una provincia Argentina al que aparentemente luego le mandó una inspección de la dirección general de créditos para investigar cómo hizo su familia para pagarle los estudios en una universidad tan cara).
Su actuación en esta conferencia es alarmante. El nivel de arrogancia y menosprecio con el que trata a los estudiantes que se atrevieron a hacerle preguntas es algo pocas veces visto en un mandatario electo en forma democrática. Algunos de los que preguntaron eran argentinos preocupados por la falta de transparencia del gobierno de Fernández de Kirchner en temas relacionados con la pobreza, la delincuencia e inflación. Así, por ejemplo cuando uno de sus comentarios despectivos despierta silbidos del público", ella responde con: "Chicos, estamos en Harvard, por favor. Esas cosas son para La Matanza…" (una zona humilde de Buenos Aires que muy probablemente la votó).
El profesionalismo que se espera del presidente de un país y cuya falta es evidente en casi todas las apariciones públicas de la mandataria argentina nos impacta a todas las que buscamos sacudir el sistema para que un mayor porcentaje de mujeres asuma cargos jerárquicos. Lo quiera o no, ella como presidenta es un modelo para otras mujeres. Es la que abre el camino.
De igual manera, cuando tú eres una de las primeras o de las pocas mujeres en tu cargo, o en tu industria y fallas, eso tiene consecuencias en tu organización. No faltará quien aproveche para confirmar sus estereotipos: "Las mujeres aún no están listas para esto". Y por eso es tan importante que si estás en esa posición te rodees de asesores que te ayuden a conquistar el desafío y mantengas una posición humilde para estar abierta a su retroalimentación. Y por otro lado, si ves a otra mujer en esa situación, bríndale tu apoyo y agudas observaciones para que ella logre el éxito. Porque es indudable que el éxito de cada mujer es el éxito de todas.
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