Mi padre, que en paz descansa, era la persona más puntual que he conocido. Era el de los que llegaba cuatro horas antes al aeropuerto cada vez que teníamos que viajar, a pesar de que dos horas hubiesen sido más que suficiente. La verdad, era desesperante. Mi mamá, aunque no tan exagerada como mi papá, también es súper puntual. Pero, por alguna razón extraña, ni mi hermana ni yo les heredamos su puntualidad.
Mi noción del tiempo está tan trastornada que mi mamá siempre dice que voy a llegar tarde a mi propio funeral. La gente que me conoce bien me tiene que mentir acerca de la hora en la que nos vamos a reunir para asegurarse que llegue a tiempo.
Aunque mi carrera como periodista realmente no tiene horario, sí me he visto presionada por llegar a tiempo al lugar de los hechos de alguna noticia de último minuto. Increíblemente, nunca he fallado. Al parecer, mi problema no es con las cosas relacionadas al trabajo, pero sí con todas las demás áreas de mi vida. Y, la verdad, ya estoy cansada de esta mala costumbre que me ha arruinado mi vida muchas veces.
Pero, lo cierto es que no tengo la menor idea qué hacer para cambiar esto. Ya he tratado varias cosas, incluyendo adelantar mi reloj varios minutos sin saber exactamente cuántos para así creer que es otra hora. Creo que mi problema más grande es que no sé cómo medirme. Es decir, se me hace difícil calcular cuánto tiempo me va a tomar alistarme o las distancias entre un lugar y otro. Pero a estas alturas estoy dispuesta a tratar cualquier cosa para cambiar.
¿Tienes algún consejo para mi para ayudar a resolver este problema?
Imagen vía Junnn/flickr