No tuve la suerte de conocer a ninguno de mis dos abuelos ni a mi abuela paterna ya que murieron antes de que yo naciera. Pero Dios me bendijo con mi abuelita Celia quien hoy cumple 97 años. ¡Feliz cumple, abue! (Lástima que estés tan lejos porque nada me haría más feliz que ver tu linda carita y darte muchos besos y abrazos…).
Mi abue es lo máximo. Hace un par de año, se cayó y se rompió la cadera. La verdad, todos en mi familia pensamos que había llegado el final. Pero mi viejita nos demostró que es mucho más fuerte de lo que creíamos y unos meses después de su accidente, ¡ya estaba caminando otra vez!
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En honor a su cumpleaños, se me hizo buena idea compartir con ustedes las 5 lecciones de vida que esta hermosa y amorosa mujer me ha enseñado en los casi 40 años que he tenido la suerte de llamarla abuela:
- La familia sobre todas las cosas. Dos ejemplos. El primero: Meses después de que mi papá falleciera, la llamé y le pedí que por favor viajara de Lima a Miami para acompañarnos a mis hermanos y a mi a pasar nuestra primera Navidad sin él. Y así lo hizo. El segundo: Cuando me enteré que estaba embarazada por primera vez, no dudé ni por un minuto a pedirle que viajara de Lima a Denver para que estuviera presente en el nacimiento de mi primogénita. Y así lo hizo — ¡a los 91 años!
- Nunca pierdas tu independencia. Aunque la familia lo es todo para mi abuelita, su independencia también es muy valiosa. Muchas veces quisimos convencerla de que se mudara a Estados Unidos, pero siempre decía que ella tenía su vida ya hecha en Lima y que aunque nos extrañaba mucho, así era feliz. Hace unos 15 ó 20 años, comenzó a salir con un señor que había conocido cuando era mucho más joven. La pasaba muy bien con él, pero con el tiempo dejó de frecuentarlo porque dijo que era muy controlador y ella ya no estaba para esas cosas.
- La edad es sólo un número. Mi abue ya perdió la cuenta de cuántos años tiene. Cuando mi tía le preguntó el otro día cuántos años creía que iba a cumplir hoy le dijo 80. (Siempre dice lo mismo). Pero cuando ella le dijo que eran 97, le dijo: "¡Estás loca, no estaría yo acá sintiéndome como una quinceañera!". Es decir, mi abuelita no se siente de 97 años porque la edad no tiene nada que ver con la manera como uno se siente por dentro.
- El lápiz de labio y las joyas son tus mejores amigos. Mi abuela siempre ha sido coqueta, elegante e impecable. No recuerdo haberla visto nunca en fachas y su colección de collares, aretes, pulseras y anillos no tiene nada que envidiarle a nadie. Si cierro mis ojos fácilmente la puedo ver con su espejito en una mano y su lápiz de labio en el otro.
- La vida es demasiado corta como para pasársela quejando todo el día. Si le preguntas a mi abuelita cómo está o cómo se siente, sin falta te va a decir que está bien y que se siente excelente. Muy pocas veces la he oído quejarse de que algo le duele o que está cansada o se siente mal. Al contrario, mi abuelita ha disfrutado al máximo su larga vida. Sigue jugando cartas y otros juegos de mesa y sigue ganando aún a sus 97 años.
¡Gracias por ser la mejor y feliz cumpleaños, abuelita!
¿Qué lecciones has aprendido tú de tu abuelita?