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La primera vez que me vi al espejo después de mi primer parto, quedé en shock. El abdomen hinchado y la piel colgada me hicieron pensar que nunca recuperaría la figura. ¿Cómo podría mantenerme en forma después de dar a luz, si apenas podía moverme debido a la cesárea? Y ni pensar en las más de 30 libras que había ganado durante todo el embarazo. Para ese entonces, ya hasta había perdido la cuenta de lo que tenía que bajar para regresar a mi peso.
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Aunque en ese momento me sentía desesperanzada, fueron los pequeños cambios los que me llevaron a la meta. Comencé a beber más agua, las caminatas después de comer se volvieron rutinarias, y decidí cortar por lo sano, mi relación con la comida rápida. Poco a poco, la ropa me volvió a quedar y la báscula me sonrió de nuevo, pues en un par de meses, había regresado a mi peso.
¿Qué aprendí tras dos embarazos? Que todo es un proceso, que regresar al peso ideal toma tiempo y que los cambios del día a día, son los más importantes. Existen programas como Noom, por ejemplo, que te ayudan a adquirir hábitos saludables sin necesidad de hacer dietas restrictivas. Algo que, con el tiempo, aprendí que es clave para lograr resultados duraderos. Encontrar un plan que se adapte a ti y a tus necesidades, es fundamental para no desistir y cambiar por completo tu estilo de vida.
Pero hay más cosas que puedes hacer para mantenerte en forma después de dar a luz, aquí te doy unos tips que no te fallarán.
Reactívate, caminando.
Muchas veces pensamos que caminar no hará una gran diferencia. La realidad es que podría ayudarte a quemar de 250 a 350 calorías por hora, dependiendo la velocidad y el peso de cada persona. Además, algunos de los beneficios poco conocidos que aporta este ejercicio, según un artículo publicado por Harvard Medical School, es que ayuda a reducir el riesgo de desarrollar cáncer de seno, disminuye los dolores relacionados con la artritis, mejora la función del sistema inmunológico, contrarresta el efecto de los genes que promueven el aumento de peso y reduce los antojos de alimentos dulces como el chocolate. ¡Eso sí! No olvides consultar con tu médico antes de realizar cualquier actividad.
El agua será tu mejor amiga.
El agua es vital para el organismo, ya que ayuda a la absorción de nutrientes, mejora la digestión, y elimina lo que nuestro cuerpo no necesita. Según la oficina de Salud de la Mujer, las mujeres que están amamantando deben consumir, aproximadamente, 13 tazas de fluidos al día para evitar la deshidratación, lo cual podría generar la sensación de fatiga (¡y quitarnos las ganas de salir a caminar!). Beber agua, además, podría ayudarte a controlar el hambre, pues muchas veces la sed se confunde con la sensación de estar hambriento. La próxima vez que experimentes un "ataque de hambre", bebe agua y espera unos minutos; tal vez tu cuerpo solo requiere hidratarse.
Evita los alimentos procesados.
Un estudio reciente encontró que las personas que ingieren productos sumamente procesados tienden a comer más y a subir de peso. Los investigadores consideraron como "alimentos ultraprocesados" aquellos con largas listas de ingredientes como azúcar añadida, sal, colorantes, saborizantes, emulsificantes, y jarabe de maíz de alta fructosa. "Están diseñados para ser apetitosos, y además son baratos, convenientes y fáciles de preparar", señala Kevin Hall, uno de los principales investigadores del estudio. En mi caso, bastó con reemplazar los aderezos, las barritas de cereal, los aliños, y los cereales muy procesados por alimentos frescos y hechos en casa para comenzar a ver resultados favorables en mi peso, ¡y sobre todo en mi salud!
Toma tiempo para ti.
En esos momentos de tranquilidad, cuando tu bebé está profundamente dormido, toma tiempo para ti. No te preocupes por los platos sucios o la ropa, eso puede esperar, ¡pero tu salud no! Busca formas de relajarte y reducir el estrés, pues cuando este se encuentra presente de manera constante, las glándulas suprarrenales liberan una hormona llamada cortisol, la cual podría incrementar tu apetito o llevarte a preferir alimentos con un alto índice de grasa o azúcar, como lo han demostrado algunos estudios. En tus ratos libres, intenta meditar, leer algo que te agrade, ver una serie, o realizar ejercicios aprobados por tu médico. ¡Tu mente y cuerpo te lo agradecerán!
Come menos, más frecuentemente.
"Las comidas más frecuentes y más pequeñas en tu alimentación diaria te pueden ayudar a tener un metabolismo mucho más eficiente en lugar de uno lento por saltarse comidas", señala un artículo publicado por la Clínica Cleveland. Y es que cuando pasan muchas horas sin comer, los niveles de energía disminuyen y se experimenta una baja de azúcar que podría llevarte a comer de más o a sentirte cansada. Algunos dietistas recomiendan comer cada dos a tres horas para activar el metabolismo. Aunque parece imposible, lo puedes lograr teniendo en el refrigerador fruta fresca como melón, fresas, o moras almacenadas en porciones de una taza, para que sea más fácil llevártelas. Esto te salvará ante los ataques de hambre y te ayudará a regular tu metabolismo.
Forma parte de una comunidad de mamás
No hay nada como el apoyo de otras mamás que están pasando por lo mismo que tú. Busca grupos en las redes sociales o atrévete a conversar con mamás en el parque o en el supermercado. Esta red no solo te dará apoyo a nivel emocional, también te puede encaminar a realizar actividades que te ayuden a mantenerte en forma: Caminatas con carriolas, gimnasia con peques, clases de baile para mamás y bebés, ¡hay de todo! Solo es cuestión de que te abras al mundo. Por si fuera poco, estas comunidades también podrán darte recomendaciones de pediatras, guarderías, servicios de niñeras, etc.
Duerme sin remordimientos
Con la llegada de un bebé, dormir un total de ocho horas seguidas se convierte en un sueño imposible de lograr. Por eso, aprovecha las siestas de tu recién nacido para recuperar algunas horas de sueño. Cada vez que pienses que podrías estar haciendo mejores cosas que dormir, recuerda que le estás haciendo un bien a tu cuerpo, ya que la falta de sueño también contribuye al aumento de peso. "Cuando duermes poco, estableces una cascada de eventos hormonales que podrían llevarte al aumento de peso", sostiene John M. Jakicic, director del Centro de Investigación de Actividad Física y Manejo de Peso de la Universidad de Pittsburgh. Así que ya sabes, ¡no desestimes el poder de una buena siesta!
Suscríbete a un programa saludable.
Ahora, es probable que te preguntes, cómo puedo implementar todas estas recomendaciones yo sola. La mejor opción para obtener resultados es uniéndote a programas que promuevan un estilo de vida saludable (sin dietas restrictivas ni metas imposibles) y se adapten a tu estilo de vida. Uno de ellos es el programa Noom, el cual primero te hace toda una evaluación en línea (sobre tus hábitos alimenticios, tu salud en general, tu rutina diaria, etc.), antes de mandarte un plan personalizado a tu correo. Lo ideal sobre este tipo de herramientas es que actúan como una especie de coach, ya que te llevan de la mano, hasta que logres tus objetivos.