No importa cuantos meses llevas a dieta, no importa las horas de ejercicio a la semana, hagas lo que hagas, no puedes bajar de peso. La razón bien podría sorprenderte. El alcohol que consumes sabotea tu régimen más de lo que imaginas, y aquí te lo explico cómo.
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Imagen vía Corbis
Te causa celulitis
Las cervezas y otras bebidas con levadura promueven los depósitos de grasa en las extremidades, causando la temida celulitis en un dos por tres.
Ingieres calorías de más
La mezcla de cócteles con frutas, bebidas dulces y otros ingredientes fácilmente elevan la cantidad de calorías que consumes en un trago. ¡Muchos hasta sobrepasan las 800 calorías!
Promueve el hambre
Aunque en el mero rato no sientas hambre, luego de un par de tragos la ansiedad por comer se eleva. No por nada esos momentos se transforman en una fiesta de gula.
Detiene el metabolismo
El alcohol en tu sangre hace que tu metabolismo se vuelva más lento, causando que ganes libras de más aunque vivas en constante dieta.
Efectos secundarios
Es un hecho que tras tomar alcohol, tu cuerpo no se siente nada bien. Así que si tenías una rutina de ejercicios y de alimentación, ten por seguro que no tendrás ganas ni de moverte.
Te saca pancita
El alcohol, sobre todo las cervezas y los cócteles dulces, promueve la grasa extra en el cuerpo. ¿Resultado? Pulgadas y pulgadas de más en la zona de tu abdomen.
Más propensa al rebote
Pasarte de la raya con el alcohol conlleva a ganar el peso que has perdido hasta ahora y tal vez más. Sin duda, el efecto rebote empeora cuando los cóctelitos están envueltos en el asunto.
Cambia tu perspectiva
Aunque te haga sentir bien al instante, el alcohol disminuye tu autoestima. Terrible para las personas que están en batalla constante con su cuerpo.
Afecta tu círculo social
Un trago quizás no te afecte hoy, pero si siempre accedes a tomar cuando estás con tus amigos -sin importar la dieta- tu relación con ellos y contigo misma cambiará para siempre.