Es increíble pero sin ese pequeño hoyo en nuestra panza, no estaríamos en este mundo. El ombligo no es más que la cicatriz que deja el cordón umbilical cuando te lo quitan al nacer. Durante la gestación, el cordón umbilical cumple una función vital, comienza en la placenta de la madre y se conecta al bebé por el ombligo. Es el canal de alimentación para la criatura. Pero después del nacimiento, el ombligo no cumple ninguna función, más que ensuciarse constantemente. Te contaré las maneras más sencillas de limpiarlo.
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Estoy horrorizada con esto: fíjate que tenemos el ombligo lleno de asquerosidades. Imagínate que en un espacio tan pequeño como el ombligo, se pueden congregar hasta 300,000 especies de bacterias, según investigaciones de varias universidades de Estados Unidos. Tal como lo oyes: nuestro ombligo se llena de polvo y pelusas con mucha facilidad. Te contaré dos fáciles maneras de limpiarlo.
Durante el baño: La higiene diaria evitará que tu ombligo se convierta en un depósito de materias, que con el tiempo, acumularán bacterias y mal olor. Así que te recomiendo no olvidarlo durante la ducha. Aplica una buena cantidad de jabón en tu ombligo y luego sécalo bien. Si luego del baño no luce totalmente limpio, puedes tomar un pequeño algodón y limpiarlo con alcohol.
Con aceite de bebés: También puedes humedecer un hisopo o aplicador con aceite de bebés y luego limpiar tu ombligo. Una vez que ya esté bien limpio, puedes poner un poco de perfume para quedar también con un rico aroma. No te olvides que el ombligo, tal vez porque tiene esa relación tan directa con el origen de nuestra vida, tiene una enorme connotación erótica. Por ello debemos procurar que esté limpio y huela bien. Al fin y al cabo, ¡es otro elemento a tu favor a la hora de verte más sexy!
Imagen vía Corbis