
¿Cuándo fue la última vez que experimentaste este sentimiento? La ira es capaz de hacernos perder el control, decir lo que no queremos, y hasta actuar de forma inesperada. De acuerdo con los especialistas es importante expresarla y canalizarla de forma positiva, como a través de un deporte o tocando un instrumento para que no afecte tu salud. De lo contrario, esto es lo que te puede ocurrir.
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Afecta tu sistema inmune

Si últimamente has notado que te dan más resfriados o te enfermas con mayor frecuencia, puede ser producto de que estás enojada todo el tiempo. Un grupo de científicos de la Universidad de Harvard encontró que cuando las personas saludables recordaron una experiencia que les causó ira, se les afectó los anticuerpos fundamentales que protegen de las infecciones.
Aumenta tu ansiedad

Si ya sufres de ansiedad, la ira no va a ser tu mejor amiga ya que puede empeorar esta sensación. Algunos estudios demostraron que el enojo aumenta los síntomas de la ansiedad considerablemente al igual que la sensación de preocupación, al tal punto que puede llegar a afectar tu vida cotidiana.
Puede acortar tu vida

Bien dicen que las personas felices viven más tiempo porque no se enferman y no reniegan. El estrés, la ira y el enojo son los ingredientes principales para una vida corta, sino pregúntale a tu médico en tu próxima visita.
Aumenta el riesgo de derrame cerebral

La rabia es una emoción que conlleva una alta descarga neuronal lo que puede producirte un derrame cerebral o stroke. Las personas que explotan de rabia tienen tres veces más riesgo de sufrir un derrame causado por un coágulo en el cerebro.
Tu corazón se pone en riesgo

De acuerdo con los especialistas, dos horas después de un ataque de ira las posibilidades de un ataque cardiaco son del doble. Según un estudio las personas con tendencia a las explosiones de rabia tienen el doble de probabilidades de sufrir enfermedades coronarias.
Puede causar depresión

Son varios los estudios que han establecido una relación estrecha entre la ira y la depresión, especialmente en los hombres. Los especialistas recomiendan a quienes sufren de depresión y rabia es ocuparse y dejar de pensar tanto. El deporte, el trabajo o una actividad artística que te mantengan ocupada es importantísimo.
Tus músculos se ponen tensos

Cuando te enojas y explotas tus músculos se ponen tensos, te pueden dar espasmos musculares y las articulaciones se engarrotan. Es probable que te aparezcan dolores en el cuello y que sientas el cuerpo como si hubieras levantado pesas por horas. Este es el peso que produce un ataque de ira.
Te produce insomnio

Otra consecuencia de la rabia en tu salud tiene que ver con la alteración de algunas funciones como el dormir. Cuando no duermes suficientes horas te despiertas cansada y tu humor se va a alterar fácilmente. Si este es tu caso, acude a tu médico para revisar las verdaderas causas de tu falta de sueño.
Pude dar eczema

Las emociones se terminan reflejando de alguna manera en la piel y la ira es una que bien sabe como hacerlo. Esta emoción es tan fuerte que aumenta los síntoma del eczema, una afección cutánea enrojece la piel, produce picazón, y pone la piel seca y agrietada.
Te da dolores de cabeza

Algunos estudios han demostrado que estar expuesto a emociones como la rabia, la frustración, la hostilidad y el cinismo continuo aumenta doblemente el riesgo de padecer de dolores de cabeza, y úlceras pépticas. Estas son llagas en la mucosa que recubre el estómagoy que producen ardor en el estómago.
Emperora el asma

Si padeces de asma, la ira y la ansiedad pueden afectarte de dos formas. Una de ellas es causando una respiración agitada y la otra es la que conlleva a una crisis asmática cuando no se controlan las emociones. Para quienes padecen este problema, manejar estas emociones es algo imprescindible.
Aumenta la presión sanguínea

La ira afecta muchos procesos biológicos y los altera. Si acabas de descubrir que tienes la presión sanguínea alta puede ser por causa de la rabia o la fustración. La hipertensión puede producir varios daños en los órganos, como el cerebro, los riñones, los vasos sanguíneos y los ojos.