Tengo ocho años viviendo en Estados Unidos y una talla más que cuando llegué. Aunque ese aumento no es nada de lo que me sienta orgullosa, no representa un problema de salud porque apenas pasé de talla 2 a talla 4. Tengo además la fortuna de que no tengo tendencia a "echar panza". Pero ya no tengo cintura de quinceañera. Para mí el tema de mantenerme delgada tiene que ver con la coquetería, no te voy a mentir. Pero sobre todo tiene mucho que ver con mi salud. Vengo de una familia donde la mayoría tiene sobrepeso y además tenemos una historia importante de diabetes y cáncer. Así que no me queda otra sino cuidarme.
Lee más en ¿Qué Más?: Té natural con ingrediente secreto para bajar la barriga en un dos por tres
En Venezuela, donde nací y me crié, la panza, sobre todo en los hombres, se asocia con la cerveza y el pasar horas libando frente a la televisión o jugando dominó. Pero lo cierto es que una panza o barriga muy grande es expresión de importantes riesgos para la salud del barrigón, sea hombre o mujer.
Una panza prominente habla por si sola de triglicéridos, colesterol y presión arterial alta, un coctel con el que no se brinda. Es más como una bomba Molotov, que cuando explota se transforma en síndrome metabólico, el cual es peligrosísimo y puede dar lugar a diabetes tipo 2 y también a las temibles enfermedades cardíacas.
Hay un patrón y lo he visto en mi familia: engordamos, terminamos obesos y nos convertimos en diabéticos. De allí a las enfermedades del corazón y los temidos accidentes cerebrovasculares (ACV), hay un paso.
Lo más terrible es que las personas con una panza grande corren el riego de muerte súbita. Una panza que no se justifique por un embarazo, es sinónimo de grasa visceral, que según el cardiólogo español Ángel Moya, se traduce en:
"… intolerancia a la glucosa, disminución de la sensibilidad a la insulina, alteración del perfil lipídico así como una mayor influencia en los procesos inflamatorios que la grasa acumulada en otras áreas, lo que lleva a un aumento del riesgo cardiovascular".
Pero como no vinimos aquí a sufrir sino a aportar soluciones comparto contigo siete cosas que podemos hacer para aplanar el abdomen:
1. Comer menos alimentos procesados, más fibra y menos azúcares.
2. Tomar al menos 8 vasos de agua al día.
3. Reducir al mínimo el consumo de alcohol
4. Ejercitarte diariamente, mejor si haces ejercicios cardio.
5. Dormir tus horas completas y descansar.
6. Pararte derecha y apretar el abdomen.
7. Drenar el estrés (mediante el ejercicio, yoga, actividades comunitarias, pasando tiempo con tus amigas.
Imagen vía Thinkstock