Soy una de esas personas que cuando tengo hambre, me pongo de un humor troglodita. Estoy segura que a ti también te ha pasado. No es casual que experimentes un bajón energético cuando llevas largas horas sin comer, y si encima sometes al organismo con actividades poco indicadas, terminarás más agobiada de lo normal.
¡Escucha lo que dicen sobre el tema los más experimentados!
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Si de por sí es contraproducente saltarse las comidas, es peor aún cuando en ese estado desesperante de no poder saciar el instinto del hambre, te toca excederte en acciones físicas y mentales que consuman las energías restantes en tu organismo. Compara tu cuerpo con un auto que pretende rodar con poca gasolina o sin ella. ¡Es casi imposible!
Entrando en materia, te digo que cocinar es una de las primeras rutinas que aparece en el listado prohibido para los hambrientos, ¡así como lo oyes! Si pensabas que le hacías un bien a tu persona anunciándole frente a la estufa que la comida está en camino, créeme que NO es lo más recomendable. Sencillamente, deberías ingerir algo liviano antes de aventurarte en tu papel de chef, para que la rutina de cocer los alimentos sea hecha con el mayor gusto y menos presión.
Además, si estás hambrienta mientras cocinas, es posible que te inclines por todos aquellos ingredientes grasosos que engordan fácilmente. ¡Tu cuerpo querrá comerse hasta una vaca con papas fritas, mucho cuidado!
Tomar decisiones importantes: Es algo prohibido cuando no se ha ingerido alimento. Quien me diga que puede pensar claramente con mariposas en el estómago, estará mintiéndose a sí mismo. Al igual que cuando estamos trasnochados, esos momentos en que nos encontramos faltos de comida son los menos adecuados para interpretar y muchos menos decidir; por algo es tan importante respetar las tres comidas reglamentarias como mínimo. ¡Recuerda que a barriga llena, corazón contento!
Enfrentarte con tus semejantes: Es otro de los infaltables en éste listado*.* Cuando se tiene hambre al extremo, no se piensa en lo que se dice y mucho menos en las consecuencias de nuestros actos. Es preferible evadir el altercado y si es inevitable, dejarlo para cuando no sea tu estómago quien hable por ti. ¡Mucha cautela!
Salir de compras: NO es recomendado. Al igual que cuando estás deprimida probablemente te da por comprar medio almacén, endeudándote sin remedio, ir a las tiendas en momentos de hambre te hará comprar de manera impulsiva. Ni hablar de pisar un supermercado, comprarás hasta lo que no necesitas. Tu exageración será tan monumental como tu apetito y probablemente luego te arrepentirás, por lo que es preferible evitar a toda costa esta embarazosa situación.
Yo agregaría como cosas prohibidas cuando se tiene hambre: conducir el auto, nadar, hacer ejercicios, reprender a los chicos, coser o arreglar el jardín. Tu alimentación primero que nada, mi querida lectora.
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