
Cierro los ojos y me puedo imaginar con facilidad las miles de veces que Kim Brockhurst se debió haber parado frente al espejo, en su casa en South Wales, Inglaterra, deseando que sus senos, copa AA, fueran más grandes. Hace 10 años tomó la decisión de operarse dos tallas, pero su cirujano debió haber decidido que ese tamaño tampoco era suficiente y cuando se despertó de la intervención le habían puesto unas prótesis DD. ¡Yo me muero! Ella decidió acostumbrarse a sus nuevas poderosas y gigantes razones y no le fue del todo mal, hasta que comenzó una pesadilla que le durará el resto de sus días.
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"De repente apareció un hundimiento en mi seno derecho", contó Brockhurst a la prensa."De repente, el implante del izquierdo explotó". Así nomás. Para completar, cuando fue al doctor descubrió que aunque su seguro le pagaba la operación para sacarse los implantes, obviamente defectuosos, no le cubriría la de reconstrucción. ¿Te puedes poner en su lugar y sentir la desesperación? ¡Wow, que experiencia tan terrible!
Para los que dicen que los programas de reality TV son solo basura, aquí te tengo una historia que los redime. Brockhurst contactó a la producción de Botched Up Bodies (Cuerpos destrozados) y la aceptaron como uno de los casos que cuentan. A cambio de permitirles que grabaran todo el proceso, le pagaron todos sus gastos médicos. Pero no vayas a creer que esta historia tiene un final totalmente feliz.
El cirujano plástico de la mujer había usado implantes no autorizados de la firma francesa Poly Implant Prothese (PIP), que los hace con silicona industrial (con esa se hacen hasta colchones). Debido a la explosión de uno de ellos, ahora Brockhurst tiene este líquido nocivo en su cuerpo. No hay como quitárselo. Veremos que le depara la vida y las consecuencias para su salud. ¡Todo por un par de senos más grandes!
Yo reconozco que me encantaría operarme la barriga, pero estas historias me recuerdan que no vale la pena. Cualquier cosa que vayas a hacer con tu cuerpo, por favor busca a alguien con excelente reputación. De lo contrario, no vale la pena.
Imagen vía Thinkstock