Como mi apellido es francés (porque mi tatarabuelo paterno llegó a Venezuela desde Francia), soy menudita, me mantengo delgada y me la vivo de punta en blanco, desde que vivo en Estados Unidos me divierto con aquello de que tengo "eso" que tenemos todas las latinas, más ese je ne sais quoi propio de las francesas, cuando la realidad es que lo único que hago es practicar la moderación en todo (incluyendo la moderación misma, que a mi los fanatismos no me gustan).
Pero lo cierto es que las europeas en general y las francesas en particular tienen una gracia que hace que todo les quede bien, incluyendo las canas y las arrugas, y los dientes imperfectos también. Pueden ser elegantes y desgarbadas al mismo tiempo, tienen un estilo y una actitud que las hace lucir naturalmente arregladas, y allí es donde creo, radica su encanto.
Lee más en ¿Qué más?: 6 cosas que podemos aprender de las francesas en la cama
Pero además, las europeas suelen ser más delgadas que el promedio de las estadounidenses. Creo que el secreto está en la dieta, en la calidad y cantidad de los alimentos que consumen, en que definitivamente son menos sedentarias (al menos caminan más que el promedio aquí) y trabajan para vivir, contrario a lo que se estila aquí en Estados Unidos donde vivimos para trabajar.
Pero de verdad ¿qué es lo que hace que la europeas sean más delgadas y se conserven mejor que nosotras? Al parecer el secreto está en la moderación. Toman vino a diario, pero si acaso una copita, mientras que aquí sustituimos el agua por las sodas que no sólo no aportan nutrientes y sí mucha calorías, y toda clase de refrescos y jugos procesados en cantidades industriales (mira si no el tamaño de las sodas en las cadenas de restaurantes más populares, sean de comida rápida o no).
Es verdad que las europeas consumen té y café, pero mientras privilegian un buen espresso que se sirven en "tacitas de café negro", aquí nos hemos acostumbrado a las tazas y vasos enormes de café con leche entera y toda clase de aditivos incluyendo azúcar, crema batida, jarabes dulces y chocolate, con la tonelada de calorías que suponen.
Mientras las europeas privilegian las frutas frescas de temporada y el jugo de naranja recién exprimido, aquí optamos por el jugo de naranja procesado y en general los jugos y bebidas de frutas edulcoradas con jarabe de maíz de alta fructosa. Y por lo general comemos más productos refinados y procesados: almuerzos y cenas que vienen congeladas, pre cocidas, etc.
Y por si fuera poco, cuando en un restaurante estadounidense "adaptan" una receta de cualquier parte del mundo por lo general eso significa crema de leche, queso cheddar rico en grasas, azúcar (no te imaginas todo lo que tiene azúcar añadida) y mucha pero mucha más sal de la que hace falta.
Si a esto le añadimos que en Europa se camina más y se usa más transporte colectivo que el promedio aquí en Estados Unidos, entonces ya sabemos que es lo que hace que las europeas sean más esbeltas que el promedio de las estadounidenses.
Imagen vía Thinkstock