Nada como un día soleado para reconfortarnos con la vida. Aunque fui la más feliz de las estudiantes cuando viví en Nueva York, no extraño la nieve derritiéndose ni los vientos helados que te cortan los huesos. Precisamente, durante estos fríos días grises, la tristeza del invierno o trastorno afectivo estacional, que en inglés se conoce como seasonal affective disorder o SAD, se apodera de nosotras. Sigue leyendo para que veas de qué se trata y cómo identificar sus síntomas.
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Te vuelves gruñona. Te sientes infeliz e irritable. Los síntomas desaparecen en primavera cuando el sol comienza a calentar y los días se hacen más largos. Pero como no tiene caso sufrir de aquí a allá, tal vez tu médico considere oportuno algún antidepresivo, terapia de conversación e incluso la exposición a la luz puede ayudar. Yo que no soy experta y odio las pastillas te recomiendo que escuches música, la que te guste, la que te levante el espíritu.
Te sientes desesperanzada. La desesperanza es uno de los síntomas del trastorno afectivo estacional. No ves luz al final del túnel. Estás como apagada.
Estás aumentando de peso. Te refugias y consuelas en la comida. Aprovechas la excusa del frío para tomar bebidas híper calóricas como el chocolate caliente o pides el café acompañado con crema montada. Comes más dulces y carbohidratos de lo usual. Meriendas con más frecuencia.
Te sientes cansada. Quieres dormir más de la cuenta. Te vuelves sedentaria. Te cuesta concentrarte. No te provoca hacer nada y con frecuencia del cansancio físico y mental que se apodera de ti.
Nada te interesa. El desinterés es otro síntoma del trastorno afectivo estacional. Una cosa es que no salgas a causa del mal tiempo. Pero si no te interesa reunirte con tus amigos y familiares, si lo único que te provoca es aislarte y encerrarte en casa, lo recomendable es que consultes al médico.