Me sorprendió mucho el relato de Erika Nicole Kendall, autora del galardonado blog "A Black Girl's Guide to Weight Loss", en el que cuenta cómo llegó a pesar 330 libras y cómo se deshizo de 170 libras, después de un largo viaje, hasta convertirse en una entrenadora personal certificada y en una nutricionista, como narra en un artículo publicado en el US News.
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Y es que, su historia es digna de contarse: Su nueva y saludable vida no es producto de una dieta milagro, ni de un entrenamiento maratónico en el gimnasio, sino de un cambio radical en su forma de pensar y actuar. Ella cuenta que después de ir a la universidad, tener un bebé y abrir su propio negocio, terminó pesando 330 libras, ya que tenía muy poco tiempo para dedicarse a otra cosa que no fuera el trabajo o su familia.
Aún así intentó hacer un esfuerzo por cambiar su situación y se metió a un gimnasio que estaba cerca de su casa (siguiendo la recomendación de su mamá). Pero, como nos ha pasado a muchas, después de estar los siete días de la semana, matándose en el gimnasio, durante seis meses y haber bajado menos de lo esperado, terminó dándose por vencida.
Lo más frustrante del asunto, es que en tan solo tres ¡meses subió 10 libras! Fue entonces cuando decidió analizar qué era lo que estaba haciendo mal. Así fue como se dio cuenta de que lo que pensaba que era más saludable para ella (como pedir unos nachos con pollo, en lugar de unos siete tacos) no la estaba ayudando en nada.
Pero lo que realmente cambió su vida, fue un libro que le regaló una amiga: "The End of Overeating", de David Kessler. El cual habla sobre las personas que comen en exceso, aún sin tener hambre, por diferentes factores emocionales, como la ansiedad, el estrés, la tristeza, etc. Fue entonces cuando entendió que eso era lo que realmente le estaba pasando y que por esa razón no podía bajar de peso.
¿Cómo lo resolvió? Kendall cuenta que comenzó por deshacerse de todo lo que tenía en su despensa y que no le hacía nada bien (como los alimentos procesados y con alto contenido de azúcar). Aprendió a leer con detenimiento las etiquetas de los productos que compraba en el supermercado y se acostumbró a cocinar en casa con menor azúcar, grasa y sal.
Pero lo más importante es que, en lugar de refugiarse en la comida, buscó una mejor manera de canalizar el estrés. Comenzó a practicar el yoga en casa y a incorporar poco a poco, otros ejercicios que la ayudaban a liberar su mente, como caminar o correr. Fue entonces cuando comenzó a bajar de peso y para ese entonces su manera de pensar y actuar habían cambiando radicalmente, convirtiéndola en una nueva mujer.
"Debido a que desarrollé estas rutinas saludables, logré perder cerca de 170 libras hasta la fecha, y sigo entrenando porque ésta es quien soy ahora. Esto es parte de mí. Y mi familia y yo estamos muy agradecidos por ello", concluye Kendall, quien se ha convertido en una inspiración para muchas.
Mira aquí el vídeo de este maravilloso caso:
Embedded content: http://www.youtube.com/watch?v=CvsPOV2IRoU
Imágenes vía YouTube/abgg2wl
