Confieso que tengo un sesgo por las hierbas aromáticas comestibles, o mejor dicho, las que uso a diario como ingredientes de mis recetas: menta, perejil, albahaca, romero, salvia, orégano. Son las hierbas que cultivo y cuido como tesoros porque de ellas depende mucho del buen sabor de mis platos.
También confieso que nunca he sembrado mejorana y eso que es prima hermana del orégano. Ha de ser porque su sabor se hace más intenso cuando se usa seca. Y también porque nunca la he visto en maceta ni en el supermercado ni en Lowe's o Home Depot, que es donde suelo comprar mis plantas.
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En la cocina la mejorana es perfecta para aromatizar ensaladas, pescados, carnes, sopas y salsas, así como también aceites y vinagretas. También es una delicia con papas y legumbres y es una de las hierbas que junto con el perejil, romero, la salvia y el tomillo forma parte de lo que junto con el laurel en Francia se conoce como "finas hierbas".
De la mejorana se dice que tiene propiedades sedantes, antiespasmódicas e hipotensoras. Además es un excelente tónico y digestivo que ayuda a combatir las flatulencias. Está indicada en casos de ansiedad, hipertensión, insomnio, espasmos gastrointestinales y digestiones lentas.
Si se ingiere en pequeñas dosis, la mejorana surte un efecto sedante y ayuda a inducir el sueño. Para ello se recomienda hacer una infusión o tizana hirviendo una tasa de agua a la que se le añaden dos cucharaditas de hojas de mejorana seca. Se deja reposar 10 minutos, se cuela y endulza con miel y se toma esta infusión antes de acostarse.
La misma infusión pero un poco más concentrada, ayuda a combatir la digestión pesada o lenta y también los gases asociados a esta, sin contar con que tonifica el estómago.
Para el reumatismo, se recomienda un ungüento a base de mejorana. También en forma tópica, la mejorana se usa para ayudar a cicatrizar y curar los herpes.
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