Aunque como pasteleros la familia Burt no podría seguir con su negocio sin la azúcar, ellos han renunciado a esta sustancia, que puede ser extremadamente dañina, por la salud de su hija. Lucy, quien tiene 16 años, fue diagnosticada con diabetes tipo 1 en el 2011, por lo que su familia decidió olvidarse de la existencia del azúcar.
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Los Burt y sus otros dos hijos, de 12 y de 18 años, no tenían que hacerlo. Fue más que nada un acto de solidaridad que a mí me parece genial. Conozco a varios padres cuyos hijos tienen diabetes y ninguno ha hecho algo similar, aunque obvio que se han encargado de cambiarle la dieta a sus hijos.
Me imagino que debe ser muy difícil dejar el azúcar de la noche a la mañana, especialmente para un niño que no está enfermo. Al mismo tiempo, creo que el acto de solidaridad de los Burt es de admirar porque además de velar por la salud de su hija le están haciendo ver que es tan importante para ellos que están dispuestos a dejar algo que es una parte tan esencial en su vida.
En el caso de los Burt, renunciar a la azúcar en su vida personal es aún más difícil ya que en la profesional no lo pueden hacer o se van a la quiebra. Los Burt venden unos 3,000 pasteles a la semana y al principio se les hizo muy difícil encontrar el equilibrio entre su vida personal y su vida profesional. Pero ahora que llevan casi dos años haciéndolo, todo marcha bien, todos están mucho más saludables y la cuenta del supermercado es mucho más baja.
¡Qué bueno por ellos!
Imagen vía Judy **/flickr