El viernes pasado me torcí la rodilla cuando trate de levantar una bolsa pesada mientras llevaba unas sandalias de plataformas muy estrechas que recientemente había comprado. ¡Estoy convencida que están haciendo las plataformas cada vez más estrechas! Cuando llegó el domingo casi no podía caminar.
Gracias a los consejos médicos que recibí de un miembro de mi familia y a algunos datos que recolecté buscando en Internet, ya el lunes me sentía un poco mejor para empezar la nueva semana.
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Sin embargo, mi torcedura de rodilla me hizo pensar en lo conectada que sigo con mis raíces a pesar de llevar casi tres décadas viviendo en este país. Lo digo porque de acuerdo a algunos estudios, una parte significativa de la población carece de seguro de salud y de un proveedor de atención médica regular.
Al parecer la parte financiera es una razón clave. Pero, la principal razón citada es que los latinos dicen que rara vez se enferman. No estoy segura si esto es porque realmente somos más sanos que la población en general o debido a nuestra visión optimista de la vida y ética de trabajo. Los estudios dicen que cuando los latinos nos enfermamos, tendemos a confiar en nuestros amigos, familiares, el farmacéutico local o el Internet para curarnos nosotros mismos y no un doctor (salvo que nos estemos muriendo).
Mi tía, que estaba de visita de Chile, me dio un consejo similar a lo que encontré en el Internet: Descanso, poner hielo en la zona, mientras la comprimes y elevar la pierna. Esta receta, junto con la oración, mejoró radicalmente mi condición.
Otra de las razones por las que se supone que los latinos no tenemos seguro médico es porque no entendemos el sistema de atención de salud de este país. Personalmente creo que tengo una idea bastante buena de cómo funciona mi seguro, lo cual a la vez irónicamente se transforma en una de las razones por las cuales casi no voy al médico. La idea de tener que esperar durante horas, el tener que primero ir a un médico general y después viajar a un centro de rayos X que sea parte de la red de mi seguro y además tener que pagar $40 dólares por cada visita a un especialista, ¡me alejan de los doctores!
Por último, otro comportamiento típico de los latinos es de auto-medicarse y confiar en los remedios caseros, que como puedes imaginar puede ser peligroso. No sólo me tomé un medicamento fuerte para el dolor que mi tía trajo de Chile, sino que también traté de erradicar el dolor dándome un masaje con una pasta de Mentholatum que mi abuela utilizaba cuando tenía dolores musculares. ¡Pues el calor me causó hinchazón y aún más molestias en mi rodilla! Busqué remedios caseros que podrían curarme por el Internet pero no encontré ninguno. ¡Esta vez este remedio me falló! Ya ha pasado una semana desde que me lastimé y estoy casi de vuelta a la normalidad, aunque sigo cojeando. Si no vuelvo a la normalidad completa en unos días, mi próxima parada será irme a leer el tarot. ¡Si eso no funciona, entonces voy a tener que ir al médico!
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