No tal popular como el tomillo, la albahaca, el romero, la menta o el orégano, el estragón es una hierba sumamente perfumada a la que se le atribuyen propiedades curativas para trastornos estomacales y hasta el reumatismo.
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Antes de referirme a esas propiedades, te comento que el estragón es una hierba perenne y tolerante al frío (siempre que no sean heladas), que puedes podar y crece como si nada en primavera y verano. Gusta del sol (al menos seis horas diarias) y lo mejor es la fragancia y sabor de sus hojas que la hacen ingrediente indispensable para innumerables recetas. En maceta se da muy bien, siempre y cuando tenga la luz (sol) adecuada.
Cuenta mi abuelita paterna que en su casa de pequeños cuando alguien perdía el apetito le ponían estragón picadito en las hortalizas, carnes y pescados y santo remedio, porque entre otras propiedades, el estragón es un estimulante del apetito.
También para preparar el estómago y estimular el apetito, se echan cuatro ramas de estragón fresco en un litro de agua hirviendo, se cuela y se endulza. De dos a tres tazas de esta infusión al día pueden obrar milagros.
Buscando aquí y allá me enteré de que el estragón (consumido como una infusión o té) es estupendo como laxante y para aliviar el estreñimiento. Además, es bueno para las flatulencias y aliviar los cólicos de los bebés. Por sus propiedades digestivas ayuda cuando la digestión es lenta, cuando se está indigestado y contra el dolor de estómago, y también contra la acidez estomacal.
Contra la artrosis y el reuma, encontré este remedio: se hecha un puñado de hojas de estragón en una olla con agua hirviendo, y tras dejarlo reposar una media hora, se usa esta infusión para frotar las partes afectadas.
Así mismo, contra el reumatismo con una gaza se aplican cataplasmas de hojas y flores de estragón trituradas en las zonas afectadas.
Imagen vía Enriqueta Lemoine