Uno de los peores enemigos de nuestra dieta y de la buena alimentación es comer sin planificarlo. Cuando comemos algo que no habíamos decidido comer, terminamos comiendo cosas que no nos alimentan y que pueden añadir calorías excesivas a nuestra dieta. Comer sin planificarlo es peligroso, porque en esos momentos:
- Comemos en exceso. Normalmente cuando comemos sin planificarlo comemos sin tener hambre. Esto quiere decir que terminamos consumiendo calorías innecesarias que más tarde se pueden convertir en libras adicionales.
- Comemos mal. Cuando comemos sin planificarlo comemos lo que tenemos al frente o lo que nos ofrecen en el momento. No son alimentos que escogimos con consciencia pensando en su valor nutricional. Casi siempre son cosas que no nos aportan mucho valor nutricional.
- Comemos sin gusto. Podemos terminar comiendo sin disfrutar ni un bocado, porque estamos comiendo sin prestar atención y es posible que también comamos cosas que no nos gusten tanto.
Realmente no vale la pena comer de esta manera. Pero para dejar de hacerlo hay que empezar a idenficar las situaciones que nos inducen a comer sin consciencia.
Aquí comparto tres de esas situaciones con ideas de lo que se puede hacer para evitar comer fuera de planificación.
Comer sin darte cuenta Estás viendo televisión. Te da un antojo de comer algo salado. Vas a la cocina y agarra lo primero que encuentras, como una bolsa de papitas. No quieres perder tiempo en servirte en un plato y te llevas la bolsa entera. Empiezas a comer papitas mientras ves tu programa favorito. A la media hora te das cuenta que has comido la bolsa entera de papitas, casi sin darte cuenta.
¿Qué hacer para evitar caer en la trampa? Antes de complacer tu antojito, respira profundamente para ver si realmente tienes hambre. Si tienes hambre, busca una merienda saludable que complazca tu antojito. Sirve tu merienda en un plato pequeño.
Comer por complacer a otra persona. No es la hora del almuerzo ni la hora de tu merienda. Te sientes llena y satisfecha porque almorzaste hace una hora. Te encuentras con una amiga en el trabajo que te invita a tomar un café para conversar sobre un asunto. Realmente no quieres tomar café, pero no quieres que tu amiga se sienta rechazada. Te tomas el café, pero después tu amiga también te ofrece bizcocho. Al final terminas tomando café y comiendo bizcocho, dos cosas que no habías planificado comer y que añaden calorías innecesarias.
¿Qué hacer para evitar caer en la trampa? Opta por tomar una infusión o un té verde que beneficie tu dieta o simplemente dile que estás muy llena porque acabas de comer. No pases mucho tiempo dando excusas o explicaciones de por qué no quieres tomar el café. Enfócate en la conversación y en el propósito del encuentro, y no en la comida.
Comer por que está a tu alcance. Estás limpiando la cocina después de la cena. Ves el flan que te regaló tu tía el día anterior en la mesa. Habías decidido no comerlo como postre porque ya habías comido postre a la hora del almuerzo. Pero piensas que probar un bocado no te va a hacer daño. Lo pruebas una vez y luego lo pruebas otra vez, antes de seguir limpiando la cocina. Sigues limpiando, pero cada vez que pasas cerca del flan, pruebas un bocado. Al final te has comido 10 bocados de flan sin planificarlo.
¿Qué hacer para evitar caer en la trampa? Es mejor domar al monstruo antes de que se asome. Si sabes que el flan es una gran tentación para ti, date permiso para comer un pedazo pequeño como parte de tu cena. Si piensas que no te podrás controlar, guarda una ración pequeña del flan para el próximo día en un envase cerrado, y regala el resto a tus vecinos.
Imagen vía Thinkstock