Los malos recuerdos se pueden borrar para siempre

¿Te imaginas que pudiéramos borrar de un plumazo los recuerdos de aquellas cosas que nos hacen o nos han hecho sufrir? ¿Qué pudiéramos sustituir esos malos recuerdos por buenos? Sin duda nuestras vidas serían otras.

Pues sigue leyendo porque al parecer la ciencia ha logrado identificar dos maneras de olvidar los recuerdos no deseados. Por lo menos eso es lo que dice un estudio recientemente publicado en la revista Neuron por un grupo de científicos de la Universidad de Cambridge.

A la parecer no existe una sino dos formas, opuestas entre sí, de que el cerebro obvie u olvide esos recuerdos amargos: el desgraciado que te engañó, la que haciéndose pasar por tu amiga tuvo lo suyo con tu novio de la universidad, la vez que te vino el período con esos pantalones blancos y pasaste la vergüenza de tu vida y en general cualquier otra experiencia adversa.

Según este estudio, existirían dos mecanismos diferentes que provocan el olvido de los malos recuerdos. El primero, opera como un botón que apaga el sistema de recuerdos y el segundo, facilita que el sistema de recuerdos ocupe la conciencia con una memoria sustituta.

Así el cerebro "desconecta", por decirlo de alguna manera, los malos recuerdos y al mismo tiempo los sustituye por recuerdos agradables. Estaba comprobado que los seres humanos bloqueamos en forma voluntaria los recuerdos, pero no se sabía cómo funcionaba este olvido intencional.

Sin ser neuróloga, ni psiquiatra, ni psicóloga, como un mecanismo de defensa que me permite vivir mi vida sin mayores amarguras, tiendo a olvidar lo malo y a recordar lo bueno. Hace 9 años perdí a mi hermana menor quien murió después de una dura batalla contra el cáncer de ovarios. Aunque estuve en su lecho de muerte y la amortajé, la recuerdo, siempre, sana, preciosa, como era cuando aún no se había enfermado y he descubierto que cuando más la extraño es cuando estoy feliz.

Quizá porque se trata de una experiencia muy reciente y por lo mismo todavía muy dolorosa para mí, quisiera olvidar y arrancarme de la memoria la desgracia que trajo a mi vida vivir con un adolescente adicto a las drogas. Tal vez haberlo dicho aquí sea el primer paso para comenzar a olvidar esa amargura.

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