Me gusta que la prensa internacional le esté prestando atención al mal de chagas, es una enfermedad que por años ha diezmado a nuestros campesinos latinoamericanos y que puede ser mortal si no se trata en los primeros tres meses del contagio, pero de ahí a crear una alarma y decir que es como el Sida me parece un largo, larguísimo, trecho.
Para empezar, el mal de chagas es transmido por un insecto, el Trypanosoma cruzi y sus variaciones, es como un chinche grande, pero en vez de ser redondito es más angular.
El animalito es tan común en América Latina que en cada país tiene su propio nombre. Por ejemplo, es la chinche besucona (en México), chinche picuda (en Guatemala y El Salvador) pito (en Colombia), chichâ (en Paraguay), vinchuca (en Argentina, Chile,Uruguay y Bolivia), chipo (en Venezuela), barbeiro (Brasil). Cuéntanos cómo lo llaman en tu país, si el nombre no está incluído aquí.
El mal de chagas no es contagioso y el hábitat del tripanosoma se reduce a viviendas rurales construidas con paredes sin revoque, techos de paja no alisados e interior desordenado, y en lugares próximos al domicilio, como el gallinero y corrales. A veces, se encuentra en otro tipo de ambiente, porque alguien lo trajo en la ropa o equipaje, o en productos provenientes de esas zonas como leña. Te da la enfermedad si te pica el insecto o si comes algo contaminado con sus heces. Sí, ya sé, asqueroso.
Las posibilidades de que el insecto sobreviva a un viaje largo son remotas y si alguien viene enfermo de Latinoamérica, pues como dije antes, no le va a pegar el mal de chagas a nadie. La única forma de contagio de humano a humano es a través de una transfusión de sangre o de madre a hijo durante el embarazo. Esto representa menos del 1% de los casos.
¿Por qué se está hablando del tema? Esta semana salió en el Journal of Neglected Tropical Diseases (una publicación que se enfoca en las enfermedades tropicales que han sido ignoradas por los gobiernos) un artículo firmado por 10 científicos mexicanos y estadounidenses, en el que se afirma que la situación del mal de chagas se parece a la del sida.
No en las características de la enfermedad, sino en que las medicinas para tratar el mal son muy caras, que los afectados son grupos discriminados – los homosexuales con el sida, los campesinos y los pobres con el chagas-, y que como el sida en los 80, los gobiernos no le han dado la atención suficiente al problema.
Cuando leímos sobre el artículo, mi marido y yo nos sentimos transportados a nuestras infancias. Yo recuerdo estudiar en el colegio sobre cómo el mal de chagas podía ser mortal y cuando íbamos al campo, mi mamá nos revisaba la ropa buscando al animalito, llamado "Chipo" en Venezuela. Mi esposo dice que le advirtieron tanto contra el tripanosoma que durante unas vacaciones en una finca se negó a poner un pie fuera de la casa. ¿Te pasó algo parecido?
En estos momentos, entre ocho y nueve millones de personas viven con el mal de Chagas en el continente americano. De estos unos 300.000 residen en Estados Unidos, la mayoría inmigrantes latinoamericanos procedentes de áreas rurales. Los países dónde el problema es mayor son en este momento Bolivia, Paraguay y México.
Como ven no hay razones para alarmarse. Lo único que debes hacer es estar muy pendiente si viajas a zonas muy rurales de tu país, o si creciste en alguna de ellas –la enfermedad puede estar latente en tu organismo y explotar repentinamente-. Si tienes alguna duda anda al médico. Y si no, pues cruza los dedos para que todo este alboroto ayude a los más pobres de América Latina.
Imagen vía Clonny/flickr