No es sólo lo que comemos sino cómo nos lo comemos. Acción de Gracias es la ocasión perfecta para descubrir la personalidad de los comensales: el pretendiente de la tía solterona, la vecina que no le quita los ojos de encima a tu cuñado, la esposa de fulano que se cree doña Perfecta. Ven que te cuento.
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Imagen vía Corbis
La preocupada
Te sirves unas lonjas de pavo con gravy y una montaña de vegetales. ¿A quién pretendes engañar? Tú y yo sabemos que a media noche entras sigilosamente a la cocina y te comes medio pie de calabaza y acabas con los brownies que tu cuñada guardó en la despensa.
La obsesiva
Sí, eres de las que busca hacer formas geométricas con la comida, eres Virgo. O tienes el ascendente en Virgo. O la casa en Virgo. O estudiaste en colegio de monjas. O eres una maestra frustrada. O mejor ¡una arquitecta frustrada! O todas las anteriores.
La mártir
No te gusta molestar. Piensas siempre en los demás. Hasta en quienes cocinaron. Y no importa que algunos platillos luzcan horrorosos, haces el sacrificio y te comes aquella cosa. Tienes alma de mártir. Después corres a hacerte un detox. Definitivamente lo tuyo es la resignación y el martirio.
La soñadora
Eras de las que, en tu época de estudiante, prendía incienso en el cuarto y coleccionaba flores secas en las páginas de los diccionarios. Hoy tienes un trabajo de oficina de 9 a 5, pero sigues soñando con escalar el Kilimanjaro, aprender a hacer sushi, bailar flamenco y arreglar el mundo.
La prudente
La moderación rige tu vida: todo con moderación… incluyendo la moderación. Pruebas de todo pero la indecisión te consume. Jamás cometes excesos. Le huyes al riesgo.
La eterna adolescente
¿Te peleas por la pierna del pavo y sólo te sirves puré de papas con gravy y un poco del relleno? Lamento decirte que eres una adolescente empedernida. Si por ti fuera sólo comerías mac and cheese y pan con Nutella. Te tortura lo verde y primero muerta antes que tomarte un jugo verde.
La despreocupada
Comes con los ojos. Eres de las que piensa que la vida es una sola y además, para un buen gusto un buen susto. Vives el presente y eres de las que cree que el ahorro es cosa de quienes no creen en Dios, porque al final Dios proveerá.
La convencional
No estás inventando el agua tibia. Comes lo que se come en Acción de Gracias sin estar cuestionando nada. Total, eso es una vez al año. Ya habrá tiempo de hacer hallacas o tamales y de hacer un buen lechón para Navidad.
La recatada
Estudiaste en un colegio de monjas o tus padres te tenía sometida y no se te quita la manía de que todo tiene que estar ordenadito. O a lo mejor eres como yo que estudié en colegio laico, me criaron para ser independediente, pero me gusta todo en orden.
La glotona
Reconócelo. Te gusta comer. Y no te da renordimiento. Tienes unas cuantas libras de más pero eres feliz y te mantienen activa. Además ¿para qué inventaron Acción de Gracias si no es para comer? Vives tu vida y dejas vivir y para ti la vida es comer, así que, que te dejen comer en paz.
La dulcera
Ya lo se. No te gusta el pavo y no lo escondes. Así que te sirves un poco de stuffing (eso sí, después de asegurarte de que el relleno de marras no rellenó nada y sólo es un contorno como cualquier otro), y lo bañas en salsa de arándanos, mientras esperas pacientemente a que lleguen los postres. Y yo te digo como Juan Gabriel: te pareces tanto a mí.
La eterna niña
Haces que te comiste todo pero no comiste ni la mitad de lo que te sirvieron. Juegas con la comida. Comes porque es necesario, no porque seas una foodie. Para tí la comida es como la gasolina. Algo necesario. No cocinas y no te interesa aprender.