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De que me gustaría parecerme a Eva Longoria, me gustaría. Quisiera tener su figura, su clóset, su fortuna y sus conexiones. Lamentablemente, aparte de tener los ojos y el cabello castaños, sólo tengo una cosa en común con ella: me gusta robarme recuerditos de los sitios que son importantes para mí.
Y eso fue lo que Eva confesó justamente este fin de semana al hablar del final de la serie que la catapultó a la fama internacional*: Desperate Housewifes*. Que se había llevado tantas cosas del estudio a su casa, que los jefes le terminaron llamando la atención.
No quiso decir qué cosas "porque me van a pedir que las devuelva", explicó Longoria, quien por años interpretó a la diva Gaby Solís en el programa de televisión de la cadena ABC.
Yo la entiendo. Tengo una piedrita que me robé de Machu Picchu -perdón peruanos sé que es un patrimonio y que no se hace, pero no pude controlarme- y otra del Muro de Berlín. Tengo un vaso y un menú del restaurante en el que mi esposo y yo celebramos mi primer embarazo, y una almohada del hotel dónde pasé mi luna de miel. Las primeras mantas con las que envolvieron a mis bebés en el hospital….y no les cuento más porque me van a mandar a la policía. Pero como ven lo que tanto Eva como yo agarramos son recuerdos. ¡Nada de verdadero valor material!
Mi esposo se burla de mí y dice que si no fuera por él, podría ser un personaje de la series de Acumuladores (Hoarders). Sé que está exagerando, pero entiendo lo que me dice, no se puede guardar "todo". Lo que he hecho para evitar que los recuerdos se me vuelvan basura es organizar lo que se puede en álbumes tipo Scrapbooks, o ponerlos en marcos de fondo hondo (shadowboxes).
Eva, te entiendo. Los objetos son como una puerta de acceso a los recuerdos y eso nos hace felices. ¿Te pasa igual?
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Imagen vía Splash News