El invierno de 2007 fue el peor de mi vida. Mi hijo que para eso tenía cuatro años tuvo cinco neumonías. El pediatra insistía en que “esas cosas pasan”, pero yo a mí nunca me convenció del todo. A la tercera neumonía ya me había convertido en una de esas mamás nerviosas que no dejan a los chicos hacer nada. A la cuarta ya no dormía de la preocupación, hasta que se me iluminó el cerebro. ¿Y si el problema es la casa?
Como diría Cantinflas ¨ahí estaba el detalle¨. Un mes después, con varios cambios se acabaron los problemas. Dos años después de desintoxicar la casa, la inversión en mejorar nuestro ambiente se había pagado sola y no más enfermedades.
Te cuento lo que hice paso a paso, te aseguro que si haces aunque sea alguno de estos cambios vas a tener una vida mejor:
1. Revisa tus productos de limpieza: En mi cocina encontré más de 25 productos distintos -que si para los vidrios, las diferentes superficies, para pisos de madera, de cerámica, las baldosas del baño, el inodoro. La lista era larga, (ya sabes lo que uno compra). Hoy tengo seis: vinagre blanco, bicarbonato de sodio (baking soda), jabón ecológico para lavar los platos, agua oxigenada y cloro. Con eso se limpia todo, sin dejar residuos tóxicos ni dentro ni fuera de la casa. Si extrañas el olor de tu detergente, coloca unas gotitas de limón en el agua para lavar el piso. O cuando limpies la madera, hazlo con una mezcla de aceite aromático (mi preferido es la lavanda), agua y aceite de oliva. Un truco: espolvorea el inodoro con bicarbonato y échale un chorrito de vinagre blanco y otro menor de agua oxigenada. Va a espumar muchísimo. Déjalo 20 minutos y luego baja el agua. Estará más blanco que nunca y sin esfuerzo.
2. Examina las paredes y el techo: El moho es un gran enemigo. Sé implacable. Si ves puntos negros así sean pequeñitos o manchas verdes, o incluso algo de humedad, ataca. Primero limpia bien la superficie con cloro. Luego, haz una pasta de bicarbonato y agua, bien espesa, y colócala sobre la mancha. Déjala hacer su trabajo. A veces requiere hasta 24 horas y varias aplicaciones.
3. Vuélvete loca con la aspiradora. Primero revisa que la aspiradora funciona bien y limpia con cuidado los tubos y el filtro. No sirve de nada tener una de esas máquinas sofisticadísimas si el filtro está sucio. Y empieza a aspirar todo – paredes, sobretodo las esquinas, mueve las camas, aspira los colchones (de los dos lados), obvio el piso, alfombra o no, los muebles –hasta por detrás en la parte donde no se sienta nadie- en tu casa como si estuvieses poseída.
4. Examina todos tus electrodomésticos. El extractor de humo de mi cocina era casi que de la época de los dinosaurios. Hacía un ruido infernal, pero terminamos descubriendo que no chupaba ni un suspiro. Lo cambiamos. Asegúrate de que los filtros del extractor y los aparatos de aire acondicionado estén en perfecto estado. Lava una vez a la semana con una mezcla de una parte de vinagre blanco y tres de agua los humidificadores y/o deshumidificadores, si tienes cocina a gas revisa que la conexión sea segura y que la estufa funciona apropiadamente. Muy importante, coloca una alarma de dióxido de carbono en la cocina. Lo mismo te recuerdo para la caldera de aceite, si es lo que usas en el invierno. Esto no sólo es vital desde un punto de vista ambiental, si no que un descuido puede costarles la vida.
5. No tengas piedad con los productos de aseo personal. Si tienes entre tu arsenal algún champú, crema, gel, jabón, lo que sea con los componentes: formaldehido (formaldehyde), parabenos (parabens) y triclosan, sácalos de la casa inmediatamente. No es una exageración. Estos químicos son perjudiciales para el sistema inmunológico, pueden inhibir la habilidad del organismo para absorber los antibióticos y hasta en altas concentraciones dar cáncer. Ya sé, si es así ¿cómo es que los siguen vendiendo? Pues los estudios indican que en las cantidades que están en nuestros cosméticos no son dañinos, pero en realidad no se sabe lo que hacen a largo plazo con su uso continuo. Tampoco se ha estudiado lo que les hacen a nuestras aguas y los animales y plantas que viven en ellas.
Como paso final, nosotros cambiamos el sistema de tuberías de la casa. Resultó costosísimo y mi amado hizo un trueque con el plomero. Trabajo y materiales por la hermosa motocicleta Harley-Davidson de mi marido. El sacrificio valió la pena. Las tuberías eran de los años 40, cuando los tubos eran de cobre y estaban totalmente corroídos por dentro. ¡Ni quiero pensar cuánto cobre habremos tragado todos! Como resultado: pocas gripes, cuentas de luz menores y cero neumonías.
Imagen vía sj_sanders/flickr