Carolina Sandoval decidió grabarse bailando para su marido con tan solo la faja puesta y sus pompis al descubierto, provocando una avalancha de reacciones mixtas de sus seguidores. Yo me divertí con esta nueva ocurrencia de la presentadora, quien nos invita a no avergonzarnos de nuestras curvas. Mira éste y otros momentos en los que la venezolana se ha obsesionado con su faja.
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Imágenes vía Mezcalent y Carolina Sandoval/Instagram
Se pone la faja para dormir, y realizó este video en el que baila a su esposo con el trasero al descubierto.
¿Cómo te quedó el ojo? Aunque confieso que jamás mostraría mi cuerpo tan abiertamente, me encantan las palabras y la actitud de la venezolana, quien sigue demostrando que la faja se ha convertido en una parte indispensable de su vida. Repasamos otros 10 momentos en los que Sandoval nos ha hecho reír con su obsesión por el spandex.
Se lleva a sus amigas al baño para que le ayuden a quitársela y ponérsela.
Y hasta decidió grabar un video en pleno proceso.
La faja le sirve también para obtener inspiración espiritual en su vida.
Me encanta cómo se me ve la cintura con una faja puesta, pero jamás la he encontrado tan inspiradora como la presentadora.
La ha tratado de usar para que las faldas más apretadas le puedan cerrar.
Lo triste del asunto es que por más que intentó, la falda todavía no le cierra.
Se va de compras al supermercado con el spandex puesto y hasta trata de convencer a las cajeras de usarlo.
No le veo nada de malo, solo me imagino el dolor que debe sentir al agacharse a recoger cosas.
Se fue al ginecólogo con la faja puesta, y hasta le hizo una consulta completa sobre la prenda.
¿Puedes creerlo? ¿Irse a una consulta completa con el ginecólogo para hablar de la faja?
Tiene una instructora que le dice cómo utilizarla apropiadamente.
Y es que la venezolana ha decidido que la faja la va a utilizar como es debido y con todas las de la ley.
Tuvo que llamar a todo un equipo completo para que le ayudaran a quitarse la faja.
Pero lo que no se puede negar es que el video es bastante cómico.
Se la lleva hasta a misa los domingos, no importa cuánto se tarde colocándosela.
Pero hay que reconocer que la maneja de maravilla. Alza a su bebé como si no la tuviera puesta.
Y lo peor...obliga a su esposo a que le ayude a ponerse la faja.
¡Pobre hombre! él como que no quería medírsele al asunto, pero ni modo, "donde manda capitán…".
No se la quita ni para manejar, hasta el punto que tuvo que quitársela en plena carretera.
Al menos parqueó el carro antes de quitársela porque no aguantó más.
