¿Será verdad que beber colágeno es el secreto de la eterna juventud?

Acabo de enterarme de que el colágeno se puede tomar. Es decir, se puede ingerir oralmente y sus efectos rejuvenecedores en la piel son visibles en ocho semanas. Hasta ahora había oído de las inyecciones de colágeno y de las cremas y lociones a base de esta proteína que es la que le da a la piel una apariencia juvenil, elástica y lozana. Pero ahora hay una nueva tendencia según la cual en lugar de aplicar el colágeno sobre la piel, o inyectarlo en la epidermis, se ingiere y el organismo lo procesa y surte su efecto rejuvenecedor ¿no te parece maravilloso?

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Después de leer este reporte, busqué dónde comprar este producto que me encantaría probar y lo conseguí en Amazon, en menos de 185 dólares (sin tener en cuenta los gastos de envío). Ese precio es por un tratamiento por cuatro semanas.

Como según entiendo, los resultados comienzan a verse a las ocho semanas, decidí investigar un poco más. Y encontré opiniones buenísimas. Tan buenas, que me parecieron escritas por los propios fabricantes del producto, así que hago la salvedad, antes de recomendar nada.

Cuando se es joven, la piel tiene alrededor de 80% de colágeno. Alrededor de los 25 años, ese porcentaje comienza a disminuir y es cuando comienzan a salir las arrugas y la piel empieza a aflojarse. Este proceso irreversible es lo que conocemos como envejecimiento y es el resultado de la disminución en la producción de colágeno.

Sin embargo, al parecer la ingesta de colágeno puede ayudar no sólo a retrasar ese proceso, sino a revertirlo de alguna manera. Y según dicen los defensores de esta nueva terapia, eso es precisamente lo que hace la ingesta de colágeno: ayudar a las células productoras de esta proteína a producir más colágeno.

Los tres principales enemigos del colágeno son la exposición a los rayos del sol, el azúcar (y cuando digo azúcar incluyo también el alcohol que una vez que es procesado por el organismo se convierte en azúcar) y fumar. En inglés le dicen las tres "s" (sun, sugar y smoke). Y yo me atrevería a agregar la falta de sueño.

Yo no fumo, jamás me asoleo en horas del mediodía y cuando lo hago es las horas en que el sol es más benigno (temprano en la mañana o al atardecer), siempre uso protectores solares, lentes de sol y sombreros, y por norma jamás tomo sol en la cara. Pero confieso que me encanta comer carbohidratos y sobre todo dulces, postres y galletas.

Y me acabo de enterar que una vez que las moléculas del azúcar llegan al torrente sanguíneo, atacan a las proteínas del colágeno y hacen que las células que las producen trabajen menos eficientemente.

Esto quiere decir que por mucho que nos protejamos e hidratemos la piel, por mucho que no fumemos y descansemos, si seguimos una dieta rica en carbohidratos y azúcares estaremos atentando contra el colágeno. Así que al buen entendedor, pocas palabras. Definitivamente, somos lo que comemos.

Imagen vía Amazon