Esta semana entrevisté a una famosa quien me dijo que ha aprendido a amarse a sí misma tanto, que ante la pregunta de que qué cambiaría sobre su cuerpo si tuviese una varita mágica, me dijo: "Absolutamente nada". No te voy a decir quién fue para que no la odies, reconozco que el monstruo verde se apoderó de mi mientras hablaba con ella. Pero sí te voy a confesar lo que yo cambiarìa: Mis pestañas. Llevo tantos años batallando con ellas que ya no me acuerdo todo lo que me ha fracasado, pero hay unos truquitos que no cuestan demasiado, pero sí me han ayudado.
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1. Aceite. Mi preferido es el aceite de bebés, porque es suave y no huele a nada, pero tengo amigas que juran que el aceite de ricino les ha reforzado las pestañas. A mí me ayuda a que se me caigan menos y a que se mantengan hidratadas, después del abuso que les doy con el rizador y el maquillaje.
2. Manzanilla. Las bolsitas del té de manzanilla, recién salidas del congelador (las puedes meter ahí después de que te lo hagas para beber, son mágicas, no solo para las pestañas, sino para los ojos también. Cuando tengo tiempo, me las pongo como compresas cinco minutos antes de comenzar a maquillarme.
3. Un cepillito. Aunque no lo creas, el cepillo para las pestañas debería ser una herramienta esencial en tu arsenal de belleza. Unas pestañas sanas están en mejores condiciones de hacer que tus ojos sean el mejor rasgo de tu cara.
4. Vaselina. Igual que el aceite, la vaselina ayuda a reforzar las pestañas y hacerlas más brillantes. También protege tus párpados de los abusos del maquillaje.
5. Limpieza. Eso parece obvio, pero tengo amigas que se desesperan a la hora de quitarse el maquillaje de las pestañas. Sí, es fastidioso y se lleva mucho tiempo, pero vale la pena. Basta con poner tu crema desmaquillante favorita en un algodoncito y pasártelo por las pestañas, despacio y sin maltratarlas.
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