No hay nada que deteste más que unas uñas descuidadas. Siempre digo que una manicura impecable es mi única compulsión… conocida. La realidad es que si no tuviera las uñas arregladas, o mejor dicho impecablemente arregladas, no sería yo. Es tanta la atención que le presto a las uñas que hace poco decidí no volver a salir con un pretendiente porque se comía las uñas. Déjame ver si me explico: ¿qué te dicen unas uñas mordisqueadas? Que la persona que se las come está estresada, angustiada, mortificada y no puede controlarse.
Pues si eres de las que se muerde las uñas o los dedos, sigue leyendo porque te traigo la cura.
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Me comí las uñas hasta que entré en la escuela media. En las vacaciones escolares después de ese año en que terminé de cursar mi escuela primaria, y el primer día de clases de mi escuela media, yo misma me puse en un tratamiento que consistía en hidratar mis cutículas frotándolas todas las noches con aceite de almendras, y tener siempre las uñas cubiertas con una capa de esmalte transparente para fortalecerlas. Al final del verano ya me pintaba con pinturas rosa y lila súper pálidos o tornasol o perlados y más nunca tuve problemas con mis uñas.
Pero como cuando me ataca la ansiedad cuando estoy trabajando, escribiendo, o no me alcanza el tiempo y mi instinto natural es, siempre, llevarme los dedos a la boca, descubrí el mejor secreto para no morderme ni los dedos ni mucho menos las uñas.
Ese secreto se llama: manicura en cualquier color que no sea neutro. Si bien la mayoría de nosotras nos pintamos las uñas de tonos neutros, claritos, rosaditos, beige, etc., para que nos dure más, yo hago lo opuesto y me las pinto de colores fuertes y llamativos. En invierno me pinto de rojo sangre, escarlata, vino, vino oscuro, café, gris. En verano opto por colores más divertidos: rojo claro, carmesí, fucsia, coral. Y además siempre cargo la pintura en mi bolso. Nada más de pensar que se me puede escarapelar una uña, no me las llevo a la boca y no se hable más del asunto. Si tal cosa (que una uña se me desconche) ocurriera por accidente, me retoco y santo remedio.
Esto no quiere decir que no me provoque arrancarme media uña de un mordisco. No. Esto lo único que significa es que la coquetería es más fuerte que la ansiedad y que como yo primero muerta que con una uña pelada, ni se me ocurre llevare un dedo a la boca.
Si te comes las uñas y quieres dejar de hacerlo, pero aun no te las puedes pintar de rojo sencillamente porque no tienen forma y además están cortísimas, prueba lo siguiente: vete a CVS, Walgreens, Walmart, Target, o al beauty supply más cercano a tu casa. Compra la pintura del color más atrevido, más brillante o que más te guste. Sí. Ese color que sueñas con usar. Acto seguido, hazte una manicura profesional y deja la cita hecha para regresar en 7-10 días a hacerte una manicura nueva. Verás como a la tercera cita ya te podrás poner el color de tus sueños y una vez con tu manicura impecable ¿vas a volver a morderte las uñas? No lo creo.
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