Se inyectó silicona en el trasero para verse bella y no pudo caminar por un año

¿Por qué es tan difícil para algunas mujeres aceptar su físico tal y como es? A diario oímos historias desastrosas de mujeres deformes debido a cirugías plásticas mal hechas. Las infecciones, falta de sensibilidad y envejecimiento prematuro son otras de las consecuencias producidas por el bisturí. Hay cirujanos que con tal de ganar dinero no informan a sus pacientes sobre los riesgos y hay pacientes que con la ilusión de cambiar su cuerpo están dispuestas a hacer lo que sea.

Denny, una abogada de 35 años, supo que la silicona estaba poniendo su vida en peligro cuando se despertó una mañana con un dolor intenso y una masa en la espalda.

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En el 2006, Cuando Denny vio los resultados de las nalgas rellenas y paradas de una colega, decidió inyectarse silicona líquida en las suyas para tener los mismos resultados.

En ese entonces, la silicona líquida era la práctica estética más común y económica en Venezuela. Una transformación de cola sólo costaba $318 dólares y duraba 20 minutos. ¡Una ganga! Pero el problema es que las inyecciones son aplicadas libremente en el área del cuerpo y la sustancia no está concentrada dentro de una bolsa como los implantes.

Según el cirujano estético Daniel Slobodianik, esta práctica es riesgosa para la salud ya que la silicona puede migrar a otras partes del cuerpo y puede generar una reacción inmunológica.

El gobierno de Venezuela prohibió el uso de las inyecciones en el 2012 debido a complicaciones serias de salud.

Los síntomas pueden surgir años después de que la persona se haya inyectado y son difíciles de predecir. Muchas mujeres presentan fatiga crónica, dolor intenso en las articulaciones y reacciones alérgicas frecuentes.

En el caso de Denny, la silicona se movió a su espalda, lo que hizo que se creara una presión muy fuerte sobre su columna, haciendo que caminar fuera una tarea difícil.

La cirugía para remover la silicona del organismo cuesta aproximadamente $10,000 y hay muy pocos médicos especializados para eliminar el tejido afectado por las inyecciones. A Denny le tocó vivir por un año con el dolor y con dificultad para caminar hasta que le llegó su turno ya que la lista de espera es enorme. Denny fue afortunada, pero conoce mujeres que no lo han sido.

Imagen vía Thinkstock