Ella pasó todo un año sin mirarse en el espejo ¿tú podrías?

Estoy segura que ni siquiera la mujer que se considere muy poco vanidosa podría estar todo un año sin verse en el espejo. Y es que, este utensilio es de bastante utilidad, no sólo para ponerte más coqueta sino, también para cerciorarte, por ejemplo, de que un pedazo de perejil no se te haya quedado incrustado en los dientes. Es por eso que, aunque pudiera pensarse, que no verse en el espejo, no es nada del otro mundo, la realidad es que podría convertirse en todo un reto no hacerlo por bastante tiempo. Eso fue, precisamente, lo que hizo Kjerstin Gruys, una estudiante de sociología de 29 años, que llamó la atención de los medios, tras  haber estado todo un año sin mirar su reflejo, con el objetivo de aumentar su autoestima, como dice un informe de portal Diario Veloz.com

Aparentemente, la joven se puso esta meta a sí misma, con la intención de convencerse de que podía vivir feliz, sin preocuparse de su apariencia, pues durante su adolescencia, sufrió de anorexia y se encontraba bastante obsesionada con su imagen. Fue así como se le ocurrió la idea, de no volver a mirar su reflejo por un tiempo, para reencontrarse a sí misma y alentar a otros a no fijarse tanto en la apariencia física. Con ese objetivo en mente, la valiente joven, cubrió el espejo del baño, para no verse, ni cuando se lavaba la cara o los dientes. Además, de que se las arregló para colocar los espejos del auto, para que no pudiera mirarse.

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Fue tan grande su convicción de no mirarse en el espejo, que la joven tuvo que aprender a maquillarse y peinarse con el tacto. Y aunque confiesa que al principio le fue muy difícil; con el tiempo se adaptó y comprobó que las personas, en efecto, pueden vivir sin mirar su reflejo, ya que la apariencia no es realmente tan importante como la mayoría piensa. No obstante, después de un año de haberse sometido a este experimento, la joven decidió mirarse nuevamente en el espejo, acompañada de sus familiares y amigos, para reencontrarse con una imagen mucho más bonita de sí misma: la de una mujer que se aceptaba tal y como era.

Sin duda, esta es una historia de gran inspiración y de mucha valentía; ya que pocas mujeres podrían estar todo un año sin ver su reflejo. Ojalá que lo que hizo Kjerstin Gruys nos recuerde que los seres humanos somos mucho más que nuestra apariencia, pues al final, lo que realmente cuenta es lo que llevamos por dentro ¿no lo crees?

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