Hay niños que son más aventureros que otros, y esto incluye en lo que a la comida se refiere. Sin embargo, el atreverse a probar nuevas cosas también tiene que ver con lo que les enseñamos los padres y qué tan inteligentes somos al tratarlos a la hora de comer. Mira cómo puedes lograr que tu chiquito disfrute de nuevos sabores sin demasiados problemas.
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Presta atención qué comidas rechaza tu niño y porqué.
Algunos tienen el olfato muy sensible y prefieren cierto tipo de olores. Otros se sienten afectados por las texturas que sienten en la boca. También existen los niños que tienen problemas con cómo la comida luce en el plato.
Fíjate si hay algún nexo común entre los alimentos que no quiere comer. Si este es el caso de tu hijo, toma las medidas necesarias para ayudarlo a manejar sus sensaciones.
Evalúa cómo es tu relación con los alimentos.
Si tú, el papá o algunas de las personas que cuidan a tus hijos son quisquillosos para comer, es posible que tu niño se niegue a probar nuevos alimentos por imitación.
Si este es el caso, pídele a esa persona que no esté cerca de la mesa a la hora de comer, o que haga un esfuerzo por esconder sus preferencias alimenticias.
Haz que vea a los adultos comiéndolos con cara de felicidad.
Los niños aprenden por imitación. Es más fácil que coman algo nuevo si te ven disfrutándolo, que si tratas de obligarle a ingerirlo.
Evita todo tipo de emociones negativas a la hora de comer.
La experiencia de probar algo nuevo tiene que ser positiva. Si se convierte en una lucha de poder, ya sabes que será una guerra cada vez que quieras que pruebe algo diferente.
Empieza con porciones muy pequeñas.
Si tienes un hijo o hija con ansiedad para comer, ponerle un plato enfrente lleno de alimentos desconocidos lo va a asustar. Ofrécele su comida favorita, con una pequeña variación.
Permítele que te ayude con la preparación.
Tendrás muchas más posiblidades de que acepte algo nuevo si ayudó a prepararlo.
Inventa un juego.
En mi casa tenemos la regla de que hay que probar algo al menos tres veces antes de decir que no nos gusta. Lo importante es que nuestros niños estén abiertos a arriesgarse un poquito para disfrutar algo nuevo, tanto en la comida, como en otras cosas de la vida.