Algunas de mis pacientes con problemas de pareja, tomaron la decisión de unirse en matrimonio por las razones equivocadas, y desde aquí las cosas comienzan mal. La vida en pareja es maravillosa cuando hay un equilibrio en el dar y recibir pero cuando no estas lista para ello, mejor no te asomes a él. Aquí te doy las 10 señales que te dicen que el matrimonio aún no es para ti.
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Tienes mayor interés en tus propósitos personales
Puedes combinarlas perfecto con la vida en pareja, aunque si no estás dispuesta a sacrificar tiempos para dedicar entrega y atención en equilibrio a ambos proyectos, verás tu vida de matrimonio con frustración por sentirlo como un impedimento para tus logros.
Disfrutas demasiado tu soledad y tus espacios
Te horroriza pensar que debes compartir tu cama, tu habitación y hasta tus alimentos. Encuentras paz en la soledad y "la prefieres", te sientes fácilmente saturada cuando estás más de un día conviviendo con tu pareja y necesitas descansos prolongados antes de extrañarlo.
Temes las críticas por la soltería
Adoras tu soltería y la disfrutas muchísimo, pero cuando comienzan los comentarios o preguntas de: ¿Y tú para cuándo?, te sientes muy incómoda y buscas pareja aunque sea para asistir a las reuniones sociales y evitar las preguntas.
No estas dispuesta a incluir nuevas costumbres familiares en tu vida
Te resulta difícil adaptarte a las costumbres familiares de tu pareja, huyes de las reuniones, de las visitas y del intercambio de conversaciones. Estas en desacuerdo la mayor parte del tiempo y juzgas cada creencia que no empata con las tuyas.
Piensas más en lo que no deseas que en aquello que sí deseas
Al hacer planes de una vida en común con tu pareja, le das advertencias de aquello que no quieres que pase cuando estén juntos, tienes miedos constantes de que fracasen como matrimonio y sólo pides y exiges sin dar nada a cambio.
Te es difícil compartir
No te gusta que tome la comida de tu plato o beba agua de tu vaso, odias que tome tus cosas sin avisarte y te es difícil esperar tu turno en el uso de los espacios de tu casa. ¡Ojo! No estás lista para compartir tu vida en pareja.
No te gusta arraigarte
Eres nómada por naturaleza, te aburre estar en el mismo lugar y te niegas a echar raíces. Te gusta viajar, conocer y recorrer. Piensas en el matrimonio como una solución que ponga fin a tu vida errante y crees que es la única forma de madurar. ¡Ten cuidado!
Sueñas con el príncipe azul que te hará feliz
Olvídalo, eso no existe y si aún lo piensas de esta forma, quizá sea porque tu historial de relaciones no te ha permitido madurar lo suficiente para darte cuenta que la felicidad no viene de afuera y no llegará como la tierra prometida. Es tu trabajo encontrarla por ti misma y para ti.
No cumples los compromisos
La capacidad de comprometerte llegará cuando tengas un propósito y un sentido de vida en pareja. Si tu relación no te lo inspira, quizá no es tu momento ni es la relación correcta. El compromiso llega cuando llega el sentido, así que no te obligues.
Fantasía de “se casaron y vivieron felices para siempre”
Pueden ser felices para siempre si consideras la felicidad como un trabajo continúo que a veces tiene momentos de enojo, alegría, tristeza y entusiasmo. La felicidad no es un estado permanente, no te decepciones al encontrarte con los altibajos y considéralos como algo normal en toda relación.