Laurie Hernández, Danell Leyva, Mónica Puig. Esos y muchos otros son los atletas latinos en Río 2016, que deberían estar en las primeras páginas de los diarios y websites del mundo. Sin embargo, nos ha tocado ver artículo tras artículo sobre Ryan Lochte, el nadador cubano-americano de 32 años, que parece atrapado en la idiotez de la adolescencia y nos ha puesto a pasar vergüenza a todos los estadounidenses, hispanos o no.
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Estoy segura de que a estas alturas ya te enteraste de que Lochte y otros tres atletas del equipo de natación de Estados Unidos dijeron que habían sido atracados a punta de pistola en Río de Janeiro, durante las Olimpiadas 2016.
La historia parecía creíble, no solo porque sabemos de los altos índices de criminalidad en Brasil, sino porque lo contrario parecía ridículo. ¿Para qué inventar algo así?
Pues sí, fue un tremendo invento y Lochte mintió a la prensa sobre el robo, creando un incidente internacional, robándole la atención a decenas de deportistas que han pasado su vida entrenando para brillar en las olimpiadas y trapeando el piso con la imagen de los estadounidenses.
Como todo inmaduro y mentiroso, solo admitió la verdad cuando salió un video a desmentirlo.
Honestamente, hasta ahí habría sido malo, pero habría aceptado que el mundo está lleno de inmaduros.
Sin embargo, lo que realmente me molesta es que este atleta de mamá cubana, que debería haber sido fuente de orgullo para todos los inmigrantes en este país, decidió meter la pata una y otra vez, en un momento en el que los latinos estamos siendo atacados constantemente y nos hace más daño en un clima terrible provocado por la campaña presidencial de Donald Trump.
Además, puso a su mamá a mentir por él en público.
Sí, todos sabemos sobre las medallas de Danell Leyva y Laurie Hernández, dos talentos increíbles en gimnasia. Del maravilloso desempeño en pesas de Sarah Robles. De la improbable medalla de oro de Mónica Puig para Puerto Rico.
Sin embargo, de lo que se habla sin cesar es de como Lochte, el atleta olímpico latino más famoso, se fue de pachanga, destrozó un baño y le lanzó una pelota envenenada a la imagen de Brasil, un país que afronta grandes desafíos y que ha logrado que las Olimpiadas superen hasta los pronósticos más optimistas.
Lochte se disculpó en un comunicado en inglés. Lo más destacado es que sigue tratando de excusarse. "Es traumático el salir tarde con tus amigos en un país extranjero, dónde se habla otro idioma, y tener a un extraño apuntándote una pistola y pidiendo dinero para dejarte ir", escribió. Conste que el dinero era para cubrir los daños del baño.
Al menos admitió que "sin importar el comportamiento de cualquier otra persona esa noche", debió haber sido "mucho más responsable a la hora de enfrentar la situación, y es por eso que me disculpo con mi equipo, mis fanáticos, los demás competidores, mis auspiciadores y los anfitriones de tan grande evento".
Aquí está todo el texto en inglés.
A photo posted by Ryanlochte (@ryanlochte) onAug 19, 2016 at 7:11am PDT
Los que me conocen saben que estoy contra la violencia como forma de disciplinar a los niños, pero me da la impresión de que en el caso de Ryancito se habría aplicado esa máxima de "una nalgada a tiempo…."
Espero que como cualquier mamá cubana que se respete Ileana Lochte lo ponga en su sitio, con o sin chancleta.
Images via YouTube, Laurie Hernandez, Danell Leyva, Mónica Puig, Ryan Lochte/Instagram
